lunes, 6 de agosto de 2018

LA VIDA EN EL ANTIGUO JAPON PARTE I



¿Cómo se vivía en el Antiguo Japón? El período Edo
Ieyasu Tokugawa instauró el período Edo en Japón, dándole al país 250 años de paz y estabilidad. Se llamó Edo porque fue el sitio adonde Tokugawa mudó la capital, lo que siglos después se llamaría Tokio. Estableció el shogunato y la dinastía Tokugawa gobernaría Japón hasta que EE.UU. lo obligó a salir de su aislamiento, en 1850.


A pesar de ello, Japón experimentó en muchos aspectos un gran florecimiento, sobre todo en las artes, aunque desde el punto de vista penal y legal a menudo se hacían cosas terribles.

Por ejemplo, estaba prohibido salir o entrar al país. A partir de 1633, Tokugawa sentó las bases para una política exterior aislacionista, y en consecuencia ningún barco zarpaba de Japón o atracaba en sus puertos, así como ningún ciudadano, nacional o extranjero, tenía libre tránsito so pena de muerte. Tokugawa desconfiaba de la influencia potencialmente desestabilizadora de los misioneros cristianos y los comerciantes europeos.

En contra de lo que pudiera pensarse, el comercio exterior japonés floreció durante el período Edo: a los barcos chinos, coreanos y holandeses se les permitía comerciar, eso sí, bajo estrictísimas regulaciones. Sí, los holandeses fueron los únicos occidentales beneficiados del comercio con Japón, hasta la entrada de EE.UU.




Pero al mismo tiempo que la paz se establecía en el país, y la cultura y las artes en general prosperaban, la vida cotidiana era otra cosa. La alimentación, por ejemplo, no era igual para todas las clases sociales. Los samuráis pertenecían a la clase más alta, seguida luego por los agricultores, artesanos y comerciantes, pero a pesar de que los agricultores constituían la mayoría de la población, fue la única clase gravada con impuestos.

Ciertamente las condiciones habían mejorado, pero la pobreza era tan grande que muchas familias practicaban el infanticidio para no tener que alimentar más bocas. De hecho, el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokio realizó un estudio a restos de 10.000 habitantes del período Edo, y descubrieron que los hombres y mujeres adultos medían en promedio 1.55 y 1.45 m respectivamente, además de que los huesos presentaban malnutrición. Muchos de estos restos eran de jóvenes, cosa que sugirió una muy alta tasa de mortalidad.


También floreció otra actividad: la compra y venta de heces humanas. Como no existía una importante industria ganadera, había escasez de abono animal para fertilizar las siembras. Así, se les ocurrió utilizar excrementos humanos que recogían por las noches.

A tal efecto, los empresarios agricultores y terratenientes establecieron letrinas y retretes a lo largo de las carreteras, y se recogía también la orina, aunque no era tan valiosa. Se convirtió en un negocio muy serio, y robar estos excrementos podía llevarte a la cárcel. Comenzaron a surgir gremios y asociaciones para regular la industria y los precios, y una de las consecuencias más favorables fue la limpieza que disfrutaron las ciudades japonesas, que se vieron libres de epidemias asociadas a la falta de higiene.


Con respecto al divorcio, fue bastante común en el período Edo. El esposo era quien podía poner fin al matrimonio, pero en ocasiones también los padres de la esposa. Bastaba con un documento llamado mikudari-hari (“tres líneas y media”), que era una breve carta de divorcio donde el esposo exponía su voluntad de separación. Irónicamente, la tasa de divorcio bajó en el siglo XIX, bajo la influencia occidental y las reformas modernizadoras.


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