lunes, 30 de julio de 2018

Una mañana en el sistema de Salud de El Salvador



A todos mis amigos.
Soy poco para escribir sobre cosas que me suceden, pero quiero compartir mi vivencia con todos ustedes, luego les dejo que saquen sus propias conclusiones.
El día de ayer Domingo tuve una crisis de un dolor abdominal muy agudo que me obligo a ir al hospital ya que según mis antecedentes previos (ya tuve una pancreatitis que casi me mando a la tumba ya hace muchos años) podía representar un peligro serio. Fui al Hospital Zacamil con un dolor insoportable luego de tres horas de esperar en emergencia fui atendido, pero como todo buen observador que soy no puedo hacer ojo cerrado a lo que pude ver y que ahora se los escribo no como critica sino como una denuncia ya que yo entendía que se llama Sistema de Salud Publica el que tenemos en El Salvador pero lo quiero rebautizar con un nuevo nombre: “Sistema de Exterminio Humano”.  En las tres horas que estuve en agonía pude darme cuenta el trato que recibían otras personas que como yo no estaban porque quisieran estar en un hospital vacacionando sino con enfermedades y dolores fuertes. Vi macheteados, apuñalados, gente caída, quebrados, golpeados y muchos pero muchos ancianos, el que más recuerdo fue uno que se le había destrabado la sonda de orina, había llegado el “solo”, 92 años casi a rastras. El doctor que era algo así como el jefe de capataces porque es lo que más se asemeja según lo que observe, un tipo joven de 25 años, malencarado, y le dice en un tono serio casi regañando al anciano (que por cierto olía a orines): -Y porque viene? Le dice el anciano –Disculpe doctor se me ha zafado la sonda de orina. Contesta el medico en tono altanero –Ya le dije que esto es emergencia vaya a la unidad de salud. El anciano lo ve con ojos de misericordia y el le dice –Ya veremos quién se lo cambia pero va a tener que esperar.
Y esto solo fue una pequeña muestra de todo lo que vi en las seis horas siguientes que pase en el centro de exterminio humano. Y no crean que yo me salve del trato, me trataron igual de pedantes y con ínfulas de sabelotodo, habían veces que solo por el dolor que tenía no le decía al Doctor mire lo espero afuera para que nos reventemos el alma a golpes, pero mi dolor era muy fuerte que ni ánimos de pelear tenía. El colmo fue que me pusieron  un suero intravenoso y le pregunto a la enfermera: -mire y eso porque me lo pone sino se todavía que tengo, ella me contesta –En el papel dice que hay que ponérselo y se lo voy a poner. Cuando tenía cinco minutos con el suero el doctor me llamo y dijo: Mire venga mañana para sacer cita con un especialista urólogo para que el le diga que exámenes hacerse, si tiene una crisis más fuerte regrese. Y le dije –Y este suero  que hago con el? Me contesta: que se lo quiten que no era necesario.
Al final estuve allí en ese infierno humano, donde las almas que estábamos en agonía servíamos de alimento a las huestes infernales y sus capataces en la tierra. Es algo que no olvidare en mucho tiempo.
Amigos solo somos seres humanos que queremos que nos traten como seres humanos, solo queremos gente con vocación y como decía un gran escritor, los humanos hacemos de la Tierra un cielo o un infierno. No sé si al final me curare de mi mal, pero del dolor de mi alma de todo lo que vì en ese lugar creo que tardare mucho en curarme.
Gracias amigos por haber leído hasta el final esta anécdota y trate por todos los medios de no enfermarse para no ir a parar a esos lugares.

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