Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos.
Un día el anciano salió a la montaña a recoger leña mientras que la ancianita fue al río para lavar ropa, en eso un enorme melocotón bajaba por el río, aguas abajo.
Ella lo recogió y se lo llevó a casa.
El anciano al llegar a casa se sorprendió al ver tan enorme melocotón! y dijo: “¡Qué melocotón tan grande!, ¿lo cortamos? y la anciana contestó: “¡Sí, vamos a cortarlo!”.
En ese momento el melocotón empezó a moverse y de su interior salió un niño.
Los ancianos se sorprendieron al ver a un niño salir de aquel enorme melocotón, y a la vez, una gran alegría los embargó al ver en él al hijo que no tenían.
“¡Lo llamaremos Momotaro! porque nació de un “momó” (melocotón)
Momotaro comía mucho y creció fuerte y robusto. Nadie podía rivalizar con él, pero había algo que preocupaba a los ancianos, éste no pronunciaba ni una sóla palabra.
Por esos días unos demonios estaban causando alboroto y cometiendo fechorías por todo el pueblo. Ante eso, Momotaro pensaba dentro de sí: “¡Esta situación no lo puedo tolerar!”.
Un día, de repente comenzó a hablar y dijo a sus padres: “¡Voy a subyugar a los demonios! Por favor ayúdenme con los preparativos para mi viaje.” Los ancianos se quedaron sorprendidos al escuchar por primera vez la voz de Momotaro.
El anciano, luego de reponerse de la sorpresa, se dirigió a Momotaro diciéndole: “Hijo, es mejor que desistas de hacer cosas tan peligrosas, no queremos perderte”.
Pero los ancianos al ver la determinación de Momotaro, decidieron ayudarle en lo posible con su aventura Le entregaron ropas nuevas y de alimento la ancianita le había preparado “kibi dango”
Momotaro partió hacia la isla de los demonios. Los ancianos rezaban a dios para que su hijo se encontrara sano y salvo. Este se encontró en el camino con un perro. El perro le dijo: “¡Oiga! Déme un “dango” por favor. Si me lo dá le ayudo”. Momotaro le entregó un “dango” y empezaron a caminar juntos.
Momentos después se encontraron con un mono, el cual pidió a Momotaro lo mismo que el perro. Momotaro tomó un “dango” y se lo entregó, y los tres empezaron la marcha nuevamente.
En el camino a la isla del demonio, encontraron a un faisán, el cual pidió lo mismo que los anteriores y se unió al grupo.
Pasaron unos días y llegaron por fin a la “isla de los demonios”. El faisán realizó un vuelo de reconocimiento y al volver dijo:”Ahora todos están tomando Sake. Momotaro pensó que era una buena ocasión y se dirigio hacia ellos.
Pero no podían entrar porque el portón estaba cerrado. En ese momento el mono saltó el portón y abrió la cerradura.
Los cuatro entraron a la vez y los demonios quedaron sorprendidos al verlos. El perro mordió a un demonio, el mono arañó a otro mientras que el faisán picoteaba a un tercero.
Momotaro dió un cabezazo al jefe de los demonios y le dijo: “¡He venido a darles castigo por el daño que han causado!
Los demonios se arrodillaron ante el : “¡Nunca más lo haremos!, ¡perdónanos!”.
Momotaro
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