lunes, 24 de diciembre de 2018
SANTA KURO EN JAPON
En el año 1900 Shindō Nobuyoshi publicó Santa Kurō, uno de los primeros libros de Japón en los que aparecía Santa Claus. Su historia sencilla y su temática profundamente cristiana contrasta con la celebración fundamentalmente de la Navidad hoy en día, y ofrece una perspectiva fascinante sobre cómo se percibía esta festividad en el país al principio además de retratar la vida rural durante la era Meiji (1868-1912).
Un rescate en la nieve
La historia comienza en una noche nevosa en el hogar de los Hayashi, situado en las montañas de Nagano. Esta familia de cristianos devotos formada por el padre, la madre y un hijo de ocho años, Mineichi, está sentada al calor del fuego del hogar charlando y riendo. Esta acogedora escena sufre un giro emocionante cuando Buchi, el perro de la familia, suelta a los pies de Mineichi un sombrero.
El padre, al darse cuenta de que alguien está en peligro, prepara un trineo y junto a Mineichi sale detrás de Buchi hacia la tormentosa oscuridad. Siguiéndole la pista al perro encuentran finalmente a un viajero perdido que reposa inconsciente bajo la copiosa nieve. Agarran al extraño medio congelado y lo llevan a su casa, donde la madre, que trata desesperadamente de salvar su vida, intenta calentarlo echando generosos matojos de paja al hogar. Después de varios momentos de tensión, cuando parece que todo está perdido, el viajero abre los ojos.
El caminante es Iguchi Gohei, un agricultor de 50 años del lejano pueblo de Hanai. Después de experimentar un gran regocijo por la milagrosa recuperación del hombre, los Hayashi comparten sus creencias religiosas con su nuevo amigo. Gohei, un seguidor de la fe sintoísta, se queda atónito ante lo que escucha y siente miedo ante su alma mortal. Después de tres días de convalecencia agradece efusivamente a sus salvadores y regresa a casa.
Llega la primavera y la vida continúa plácidamente para la familia Hayashi: el padre labra los campos, la madre cuida de los gusanos de seda y Mineichi está ocupado con sus estudios. La vida toma un giro inesperado y trágico, no obstante, cuando el padre cae enfermo de forma misteriosa. Llaman a un doctor, luego a un cura, más tarde a otro doctor, pero su estado no hace más que empeorar. Pasan las estaciones, y a medida que avanza el otoño el padre regresa de las puertas de la muerte con una milagrosa recuperación que hace que todos, incluido el cura, lloran de júbilo.
Sin embargo, esas sonrisas se vuelven muecas de preocupación cuando se dan cuenta de que no se ha plantado nada en los campos este año y que no hay dinero o reservas de comida para el inminente invierno. Estas preocupaciones son eclipsadas pronto, no obstante, por el triste hecho de que Mineichi no recibirá ningún regalo de Navidad.
Pero en Nochebuena su amigo Gohei reaparece trayendo consigo tres grandes bolsas de regalos y dos imponentes fardos de arroz que en este caso no son llevados por renos, sino por 45 muchachos que los arrastran. La Navidad está a salvo y se vive un gran regocijo.
Mineichi se va a dormir aún muy emocionado. Pero como muchos niños en la mañana de Navidad, ya está despierto con las primeras luces del alba, y para su sorpresa encuentra su cama rodeada de regalos. Entusiasmado, trata de despertar a su madre, que se niega a moverse de la cama cansada tras tanto desasosiego. Mineichi tiene más suerte con su padre, y le convence para que le lea la nota que ha encontrado junto a sus regalos.
Aquí tienes estos regalos por seguir las enseñanzas de Dios y por ayudar a tu padre a salvar la vida de ese viajero. Bien hecho, muchacho.
La historia termina con Mineichi mostrando sus regalos a sus amigos, otra antigua tradición. Con el regreso de la paz y la prosperidad, la campana de la pequeña iglesia del pueblo repica y las voces de los vecinos que cantan villancicos se escucha en la distancia. Todos se unen al canto: “¡Viva la Navidad, viva la escuela dominical y viva Santa Claus!”
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