martes, 27 de marzo de 2018
lunes, 26 de marzo de 2018
LA BAHIA DE LAS MIL Y UNA LUCES
A finales de Julio el puerto de Osaka ofrece uno de los mas grandes espectáculos de fuegos artificiales de la ciudad. La Bahía de Kishiwada se ilumina con polvo de estrellas.
El verano en Osaka seguramente se pasa las noches más bellas mirando al cielo. Especialmente el cuarto sábado de julio cuando se lleva a cabo el festival de Kishiwada.
Este suburbio de Osaka organiza todos los año un impresionante espectáculo de fuegos artificiales desde el puerto. Unos 1.500 cohetes estallan en el cielo para deleitar a los residentes de la bahía. El espectáculo acapara la atención de todos con los fuegos artificiales que iluminan toda la zona. Se lanzan más de doscientos cincuenta fuegos artificiales en un período de diez minutos. Y para cerrar se lanza un ramo final creado por los mejores pirotécnicos del país que da la impresión de la salida del sol.
El mes de julio en Osaka también podría estar dedicado a los profesionales de los fuegos artificiales pues estos hombres, maestros de la pólvora, de van vida a la ciudad durante los todos los grandes eventos como el Tenjin Matsuri.
martes, 20 de marzo de 2018
lunes, 19 de marzo de 2018
INEMURI, COSTUMBRE JAPONESA DE DORMIR EN CUALQUIER PARTE
Los japoneses no hacen siesta, sino inemuri. Lo toman en pleno salón de clases o en una reunión de negocios, sin que nadie los moleste.
Lo que podemos aprender del inemuri, que es una costumbre japonesa de quedarse dormido en cualquier parte
Los japoneses no duermen. Eso es lo que todos especialmente los japoneses dicen.
No es cierto, por supuesto. Pero como declaración cultural y sociológica es muy interesante.
La imagen positiva de la abeja obrera, que reduce el sueño por la noche a su mínima expresión y desdeña dormir hasta tarde en las mañanas parecía estar acompañada de una amplia tolerancia a la llamada ‘inemuri’: siestas en el transporte público y durante las reuniones de trabajo, clases y conferencias.
Hombres, mujeres y niños aparentemente tenían poca inhibición para quedarse dormidos cuando y dondequiera se sentían con ganas de hacerlo.
Si dormir en una cama o un futón era considerado un signo de pereza, ¿entonces por qué dormir durante un evento o incluso en el trabajo no es considerado como una expresión aún mayor de indolencia?
Las horas de sueño nunca han sido un asunto sencillo, ya sea en Japón o en otro lugar.
Incluso antes de la invención de la luz eléctrica, la evidencia documental muestra que las personas eran regañadas por quedarse hasta tarde en la noche para charlar, beber y otras actividades placenteras.
Sin embargo, los estudiosos -sobre todo los samuráis jóvenes- se consideraban altamente virtuosos si interrumpían su sueño para estudiar, a pesar de que esta práctica no puede haber sido muy eficiente, ya que requerían de aceite para sus lámparas y a menudo se dormían durante las clases.
Otra cuestión interesante es el “colecho”.
Hay países en que a los padres se les recomienda que los bebés duerman en una habitación separada para que puedan aprender a ser independientes, estableciendo así un horario regular de sueño.
En Japón, por el contrario, los padres y médicos insisten en que el hecho de que los niños duerman con los padres hasta que tengan por lo menos la edad escolar va a tranquilizarlos y ayudarles a convertirse en adultos independientes y socialmente estables.
Tal vez esta norma cultural ayuda a los japoneses a dormir en presencia de los demás, incluso cuando son adultos: muchos dicen que a menudo duermen mejor en compañía que solos.
Si te duermes en cualquier parte, es porque trabajas duro. Así que nadie te molesta por eso en Japón.
Tal efecto se pudo observar en la primavera de 2011, después de la catástrofe del tsunami que destruyó varias ciudades costeras.
Los sobrevivientes tuvieron que permanecer en los refugios, donde decenas o incluso cientos de personas compartieron el mismo espacio de vida y sueño.
A pesar de los diversos conflictos y problemas, los sobrevivientes describieron cómo compartir un espacio comunitario para dormir les proporcionó cierta comodidad y les ayudó a relajarse y recuperar su ritmo de sueño.
NO ES SIESTA
Sin embargo, esta experiencia de dormir en la presencia de otros no es suficiente por sí misma para explicar la tolerancia generalizada al inemuri, especialmente en la escuela y en el trabajo.
Después de algunos años de investigación, finalmente me di cuenta de que en un cierto nivel, el inemuri no se considera en absoluto sueño. No sólo es visto como diferente del sueño nocturno en la cama, sino que también se ve como algo diferente a tomar una siesta.
¿Cómo podemos entender esto?
La clave reside en el propio término, que se compone de dos caracteres. “I”, que significa “estar presente” en una situación en la que se está alerta, no dormido y “nemuri”, que significa” sueño”.
A pesar de que la persona que hace inemuri podría estar mentalmente alejada, tiene que ser capaz de volver a la situación social cuando se requiere.
Los samurái eran considerados virtuosos si interrumpían su sueño para estudiar.
También tiene que mantener la impresión de que encaja socialmente por medio de la postura, el lenguaje corporal y el código de vestir.
SEÑAL DE TRABAJO DURO
Hacer inemuri en el centro laboral también se ve como el resultado del agotamiento.
Puede ser justificado porque las reuniones son generalmente largas y con frecuencia involucran simplemente escuchar informes.
Y el esfuerzo realizado para asistir a menudo se valora más que lo que se consigue.
Como me dijo alguien: “Nosotros, los japoneses tenemos el espíritu olímpico: la participación es lo que cuenta”.
Cumplir largas jornadas laborales y darlo todo en el trabajo es muy apreciado como un rasgo positivo moral en Japón.
Alguien que hace el esfuerzo de participar en una reunión a pesar de estar agotado o enfermo demuestra un sentido de la responsabilidad y voluntad de hacer sacrificio.
Por otra parte, la modestia es también una virtud muy valorada.
Por lo tanto, no es posible presumir del esfuerzo. Esto crea la necesidad de métodos sutiles para lograr el reconocimiento social.
Dado que el cansancio y la enfermedad a menudo son vistos como el resultado de los esfuerzos laborales, inemuri -o incluso simular inemuri cerrando los ojos- se ve como una señal de que una persona ha estado trabajando duro, pero aún tiene la fuerza y la virtud moral necesaria para mantenerse a sí mismo y sus sentimientos bajo control.
Por lo tanto, la costumbre japonesa de inemuri no necesariamente revela una tendencia a la pereza.
En cambio, es una característica informal de la vida social japonesa destinada a garantizar el ejercicio de sus funciones regulares, ofreciendo una forma de estar temporalmente alejado dentro de estas funciones.
Y para que quede claro: los japoneses no duermen. Ellos no toman la siesta. Hacen inemuri. No podría ser más diferente.
martes, 13 de marzo de 2018
lunes, 12 de marzo de 2018
TRADICIONES DEL BAÑO EN JAPON
No todas las casas japonesas tenían bañeras en la antigüedad, razón por la cual se construían grandes baños públicos en el vecindario. Con la ayuda de aguas termales, éstos baños servían para que el pueblo nipón acudiera gustoso a relajarse, disfrutar de un baño caliente y socializar con sus vecinos. Fue una práctica muy común y muy disfrutada por los japoneses durante muchos años y que con el paso del tiempo ha continuado vigente, a pesar de que claro, hoy todos tienen duchas y bañeras privados en sus propios hogares. De igual modo, nuevos y también modernos baños públicos aún se construyen y funcionan en las distintas ciudades japonesas, dándole la oportunidad de continuar la tradición a quienes gustan disfrutar de un baño caliente y relajante en público.
El tema del baño en Japón es extremadamente importante, y es que en Japón rinden cierto culto al baño. Ya sea en la cotidianidad del baño de casa, en la facilidad de los baños comunitarios o en la tranquilidad de los baños de aguas termales, los japoneses disfrutan del acto de bañarse, que casi se presenta como algo más que simplemente “lavarse” o “limpiarse”.
El baño japonés no tiene nada que ver con el baño occidental: hay una serie de pasos y normas que deben seguirse para que todos los miembros de la familia, la comunidad o los baños termales puedan disfrutar por igual de su baño. Por ello, es importante no sólo conocer estas normas, sino también los distintos tipos de baños que podemos disfrutar: el ofurō, el sentō, el ōnsen y el rotenburō.
La zona de baño está siempre diferenciada por dos ámbitos distintos: la zona de la ducha y la zona de la bañera. En la zona de la ducha es donde uno debe limpiarse bien antes de meterse en el baño. Para ello, hay que sentarse en un pequeño taburete de plástico o madera enfrente de un espejo y limpiarse y lavarse profusamente con una especie de telas o toallas que sirven de esponjas.
Para aclarar el pelo o el cuerpo de jabón normalmente tenemos dos opciones: utilizar el mango flexible de la ducha, mientras seguimos cómodamente sentados en el taburete, o llenar un cubo de agua y echárnoslo por encima. Sólo cuando estemos completamente limpios podremos meternos en la bañera y disfrutar de unos minutos de relajación.
Al entrar en el baño notaremos que todo el suelo puede mojarse, ya que el suelo tiene el drenaje situado en la zona de ducha. Por ello, la bañera puede estar completamente llena de agua, ya que si rebosa un poco no pasa nada, puesto que el exceso de agua cae por el drenaje de la ducha.
El ofurō
Para los japoneses, la hora del baño es un aspecto cotidiano del día a día, como puede ser comer o dormir. Es habitual que todas las casas, sobre todo de estilo oriental, dispongan de una sala de ofurō. En esta sala nunca encontraremos el lavabo, pues para los japoneses es impensable situar ambas cosas en una misma sala.
La bañera típica del ofurō es mucho más profunda que las occidentales, pero también mucho más pequeña. Su forma sirve, básicamente, para poder sentarse y que el agua nos cubra bien. Otro aspecto a tener en cuenta es la temperatura del agua, que es extremadamente caliente, al menos para los estándares occidentales y en casi todas las casas se mantiene el calor tapando la bañera una vez hayamos finalizado o con un sistema eléctrico que re-calienta el agua cuando la temperatura baja de unos determinados grados.
Ambas características hacen que el reciclaje o conservación del agua sea muy importante: todos los miembros de la familia se bañan en la misma agua, por lo que es muy importante que ésta se mantenga limpia y caliente.
El sentō
Para aquellos japoneses que no disponen de suficiente espacio en sus casas para tener un ofurō está el sentō. El sentō es un baño comunitario donde hombres y mujeres pueden ir a bañarse a diario, si quieren, pagando un módico precio.
La entrada de estos baños públicos siempre está marcada por una pequeña cortina, llamada nōren, en la que aparece la sílaba hiragana “yu” cuyo sonido significa ‘agua caliente’ y puede ser comprendida por niños y mayores .La entrada del sentō está dividida por sexos: a un lado los hombres, al otro las mujeres, aunque el interior suele ser bastante similar para ambos. Después de quitarse los zapatos, como harían en cualquier otro lugar, los japoneses dejan todas sus pertenencias en un armario cerrado, se desnudan completamente y sólo cogen una pequeña toalla para lavarse.
Seguidamente pasan a la zona de baño y al igual que en un ofurō, se sientan en los taburetes de la ducha y se lavan bien antes de meterse en la bañera. Mientras que muchos sentō de barrio disponen sólo de una única bañera, hay algunos otros que tienen varias, como por ejemplo, una bañera con hierbas aromáticas, otra de agua extremadamente fría, otra con pequeñas descargas eléctricas, etc.
Para muchos japoneses, sin embargo, ir al sentō no es sólo ir a bañarse; significa verse desnudos los unos a los otros, algo que supuestamente es clave y les ayuda a socializar. Por ello, muchos mayores piensan, preocupados, que los jóvenes van a tener problemas de socialización cuando les escuchan afirmar que les da vergüenza estar desnudos en el sentō de su barrio.
El ōnsen
Para los japoneses ir a los ōnsen, los baños termales naturales, es una experiencia única, digna de una escapada o unas vacaciones, y es quizá uno de los tipos de baños más conocidos por los occidentales que visitan Japón. Al contrario que los sentō, que son baños públicos con agua corriente calentada, los ōnsen son baños geotermales, es decir, naturales. Legalmente, además, su agua debe contener al menos uno de los 19 elementos químicos designados por el gobierno y tener una temperatura mínima de 25ºC para que puedan ser considerados como ōnsen.
En Japón, país de gran actividad volcánica, hay un gran número de ōnsen, la gran mayoría de los cuales se encuentran adjuntos a un hotel de estilo tradicional (ryōkan) o bed & breakfast (minshuku) o a grandes cadenas hoteleras en zonas volcánicas.
El rotenburō
El rotenburō no es más que un ōnsen al aire libre. Al igual que el ōnsen, son baños termales naturales pero en este caso, en lugar de estar en recintos cerrados se encuentran al exterior, rodeados de jardines, montañas y una naturaleza de belleza extrema. A la relajación del baño termal hay que sumarle, pues, la relajación que nos produce poder disfrutar de unas vistas maravillosas.
martes, 6 de marzo de 2018
HISTORIA DEL SUMO EN JAPON
Aunque el sumo no sea en la actualidad el deporte más popular entre los aficionados japoneses no cabe duda de que el sumo es el deporte nacional de Japón y aunque el sistema que se usa en la actualidad ya no tiene nada que ver con lo que se hacía en la antigüedad, el estilo de lucha y los rituales que la acompañan se vienen utilizando desde tiempos inmemoriales. Y es que todo lo que acompaña al sumo se pierde en las más ancestrales tradiciones niponas. Conozcamos, pues, la historia del sumo hasta nuestros días.
Las antiguas leyendas niponas relatadas en el Kojiki ya nos hablan de un combate de sumo que tuvo lugar hará unos 2.500 años y que enfrentó a los dioses Takemikazuchi y Takeminakata por la posesión de las islas japonesas y por obtener su supremacía. La victoria del primero hizo que el archipiélago fuese cedido a los hombres que este dirigía para que gobernaran el territorio, siendo esta leyenda la que se ha utilizado para legitimar la ascendencia divina del Emperador del Japón.
Como quiera que los japoneses no tuvieron ningún documento escrito hasta el siglo VIII es imposible saber, exceptuando por este tipo de leyendas, exactamente cuando se originó el sumo en Japón. Sin embargo, las pinturas de las viejas murallas indican que sus orígenes son muy antiguos. Precisamente gracias a estas pinturas se puede aventurar que el sumo parece que se realizaba en rituales agrícolas para implorar buenas cosechas.
El sumo en aquellos primeros tiempos tendía a ser violento, sin presas prohibidas, una verdadera lucha hasta el final. En el Nihon Shoki (Crónicas de Japón), libro escrito en el año 720 de nuestra era, aparece mencionado que el primer combate de sumo entre humildes mortales se realizó en el año 23 a.e.c. Se dice que el Emperador Suinin (29 a.e.c.-70 d.e.c.) hizo una especial petición a Nomi no Sukune, un alfarero de Izumo, para que luchara contra Taima no Kehaya, un matón de la actual Nara. Los dos lucharon durante unos instantes hasta que Sukune finalmente lanzó varios devastadores golpes sobre el estómago y el plexo solar de Kehaya, que quedó mortalmente herido. Desde entonces Sukune ha sido inmortalizado como “El padre del sumo”.
Sin embargo hay que esperar hasta el año 642 para encontrarnos con el primer combate de sumo históricamente autentificado, cuando la Emperatriz Kogyoku (que estuvo en el trono entre 642 y 645) hizo que sus guardias de palacio practicaran sumo para entretener a los enviados de la Corte de Paekche (Corea). Asimismo, anotaciones posteriores mencionan cómo el sumo era practicado en las funciones de la corte imperial, incluyendo las ceremonias de coronación. La costumbre del tenranzumo (sumo en presencia imperial) se mantiene aún en el presente, aunque lógicamente de forma diferente, pero siempre que el emperador está presente, los rituales de entrada al dohyō o ring se realizan sin darle nunca la espalda.
Durante el reinado del emperador Shomu (en el trono entre 724 y 749), muchos luchadores o sumotori fueron reclutados por todo el país para practicar sumo en el jardín del Palacio Imperial en una festividad llamada sechie y que se celebraba cada año en el séptimo díaa del séptimo mes lunar (aproximadamente en el mes de agosto según el calendario actual). Gracias al sechiezumo, el deporte se expandió desde ser un simple ritual agrario para convertirse en un ritual utilizado para rezar por la paz nacional y por la prosperidad de la sociedad japonesa.
Al final del siglo VIII, el emperador Kanmu (r. 781-806) hizo del sechiezumo un acontecimiento anual en su corte, costumbre que se perpetuó hasta el Periodo Heian (794-1185). Durante el reinado del emperador Saga (r. 809-823) la práctica del sumo fue fomentada como un arte marcial, estableciéndose reglas y refinándose las técnicas.
Después del establecimiento del primer shogunato en Kamakura desde 1185 hasta 1392, el sumo comenzó a ser practicado como un arte marcial más por las clases guerreras. Minamoto no Yoritomo (1148-99), el más famoso shogun de la época, fue de hecho un gran aficionado al sumo.
Oda Nobunaga (1534-82), gran señor feudal, era particularmente aficionado al sumo. En febrero de 1578 reunió a cerca de 1.500 sumotori de todo el país para realizar un torneo en su castillo. Hasta entonces no había límites definitivos en la arena en donde el sumo se practicaba y el espacio era delimitado simplemente por la gente que les rodeaba formando un círculo mientras miraban el combate o esperaban su propio turno para luchar. Según se dice, a consecuencia de la gran cantidad de luchas que habían de celebrarse en el mismo día en el castillo de Nobunaga, se pintaron unos límites circulares en el suelo para acelerar los combates.
Hasta el inicio del Periodo Edo (1603-1867), muchos daimyo o señores feudales empezaron a patrocinar a los sumotori más fuertes. Estos no sólo recibían un generoso estipendio sino que recibían el status de samurái. También llevaban puestos ceremoniosos delantales labrados con el nombre de su señor feudal. Como el patronaje garantizaba una buena vida, muchos prometedores rikishi o sumotori rivalizaban con otros en el ring para conseguir que un daimyo les echara el ojo. Las clasificaciones ponían el nombre del feudo al cual servían en vez de su lugar de nacimiento, algo que algunas veces se sigue haciendo en la actualidad cuando se anota la prefectura del registro familiar en vez del lugar de nacimiento. Durante el Periodo Edo se inició el sistema de clasificaciones.
Con el fin de este sistema y de la era Tokugawa, los luchadores comenzaron a construir sus propias viviendas colectivas en las ciudades, las actuales heyas. Al tipo de sumo que se realizaba para conseguir fondos para su construcción se le empezó a llamar kanjinzumo, lo que en principio venía a decir que los combates se realizaban para recolectar donaciones para la construcción o reparación de altares, templos, puentes y otras obras públicas. Pero lo cierto es que parte del dinero también se usaba para pagar a los luchadores, muchos de los cuales eran ronin o samuráis sin ocupación tras las reformas realizadas en todo el país durante la era Meiji. A la hora de la verdad, el dinero recogido se usaba principalmente como salario para los sumotori.
La actual Asociación Japonesa de Sumo (constituida en 1927) es el resultante de la unión de las dos asociaciones más fuertes existentes en la época, la de Osaka (que ya anteriormente se había fusionado con la de Kioto) y la de Tokio. Esta asociación es la encargada de preservar las antiguas tradiciones hasta los tiempos modernos. Como ejemplo de ello tenemos el tejado suspendido sobre el dohyō con forma de un antiguo templo divino o la vestimenta del árbitro, que simboliza al traje de caza de un guerrero japonés del pasado.
lunes, 5 de marzo de 2018
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