lunes, 12 de febrero de 2018

UNA HISTORIA DE AMOR KUROKI


¿Te gustan las flores?
¿Y a tu hija, pareja, madre…?
¿Las regalas?
¿Solo para “ocasiones especiales”?
¿Las admiras por su colorido?
¿O “no te hacen ni cosquillas”?
Todas estas preguntas son válidas, pues están relacionadas con la historia de amor que leeremos a continuación.
¿Hasta donde alguien puede llegar por Amor?
Les presentamos a los Señores Kuroki, cuya vida cambió dramáticamente, a partir del momento que su esposa  perdió la vista debido a la diabetes.


Esta pareja de granjeros vivía feliz en la ciudad de  Shintomi, en la provincia Miyazaki en Japón.
Llevaban una vida relativamente tranquila, junto a sus hijos.
Tras 30 años de un matrimonio firme, y estando ya la pareja en edad de retiro, planearon viajar por el mundo, pero la enfermedad de la señora Kuroki, les impidió concretar su plan.
La depresión no se hizo esperar.
Los meses que siguieron a la terrible certeza de la ceguera de la mujer, fueron muy delicados, hasta el punto que ella se encerraba en su casa, y no quería estar con nadie.
Nada parecía hacerla feliz…


Su esposo la miraba, le hablaba, pero no habia forma de devolverle la alegría.
Kiroki no se rindió frente a toda esta situación. Le daba vueltas en su cabeza, para encontrar alguna forma de ayudar a su esposa, y también a la relación entre ellos.
Finalmente “dio con una solución”, que, aunque no le devolvería la vista a su mujer…literalmente, le permitiría “tener una visión del mundo y de la vida”.


Y esto fue lo que ocurrió…
Caminando por su terreno, se topó con unas pocas flores muy lindas, de color rosado, llamadas shibazakura, cuyo olor dulce y suave, halló perfecto para animar a su esposa, pues, aunque no pudiera verlas, si podría tocarlas y olerlas.


Claro que el deseo del granjero japonés era realizar algo que fuera verdaderamente distinto y le aportara instantes de felicidad a la granja, así que durante dos años preparó la tierra y plantó un manto de miles de flores que se perdían en la belleza de un terreno que alguna vez estuvo vacío.
Logró que poco a poco, la señora Kiroki fuera saliendo de la oscuridad, y entendiera que a veces lo más bello no está a la vista de los ojos, sino reside en lo que se siente: EL AMOR.
Ella no podía ver las flores que su esposo sembró con tanto esfuerzo durante dos años, pero si pudo percibir su amor, dedicación y cariño con el que trabajó, para hacer que ella fuera feliz y salvar su matrimonio.

Hoy, 10 años después de aquel evento, el Senor Kuroki sigue manteniendo el bello jardín junto a su esposa, quien alegremente sale a recibir a los más de 7000 turistas y locales que lo visitan en la primavera, para disfrutar de su labor y su espectáculo floral.


El encierro en casa y las depresiones quedaron en el pasado, y el amor de la pareja trascendió y se fortaleció completamente.
El señor Kuroki hace la diferencia demostrando que el AMOR es una fuente de compromiso y reciprocidad,  que además constituye además una repuesta a las necesidades de otro ser humano que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad,  facilitarle una mejor calidad de vida, y con ello su dignidad e integridad humana.


Como el señor Kuroki cada uno tenemos una tarea de AMOR…El señor Kuroki encontró la suya…y para ti, cuál es tu tarea de amor?

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