La palabra kimono quiere decir, literalmente, “llevar” (ki) “cosa” (mono). El principio básico de un kimono es que todos sus componentes tengan forma rectangular y estén unidos a lo largo de líneas rectas. Tradicionalmente esto permitía que los kimonos fueran descosidos, lavados y compuestos una y otra vez. De esta manera se podía mantener la forma de cada una de las partes del kimono, mientras que al lavar el kimono de seda entero se deformaría y perdería su belleza.
El kimono fue el vestido femenino por excelencia en Japón desde el siglo XV hasta después de la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que ya se introdujo la moda occidental. Pero hoy en día aún muchas mujeres lo siguen utilizando regularmente.
En 1868, después de dos siglos y medio de aislamiento, el shogunato Tokugawa fue reemplazado por una monarquía constitucional y Japón se abrió de nuevo al mundo bajo la Restauración Meiji, comenzando así el período Meiji.
Durante este tiempo, métodos industriales y técnicas químicas de teñido de Occidente comenzaron a llegar a gran escala. En 1857 a los estudiantes de la lengua neerlandesa, en la prefectura de Saga se les permitió vestirse con ropa de estilo extranjero por primera vez. En 1861,los marineros fueron obligados a vestir el uniforme occidental, y oficiales del ejército y soldados al año siguiente.
En 1868 la máquina de coser se introdujo, algo que ayudó a acelerar la producción de ropa de estilo occidental. En 1871 la gente común se les concedió permiso para usar este tipo de ropa, aunque la mayoría de la gente continuaba usando la ropa tradicional japonesa.
El kimono estampado celebra la belleza de los textiles a través de su decoración, que representa longitudes de tela colgado de un soporte de gran elaboración y suavemente aleteando en la brisa, rodeado por las nubes, los aficionados y la caída de los cerezos en flor. El diseño fue creado usando una técnica llamada yuzen. Este consiste en dibujar el patrón en el paño con pasta de arroz extruido a través de la punta de metal de una bolsa de tela. La pasta forma una capa protectora que evita que el color penetre los tintes que se aplican. Aquí las habilidades del tintorero han sido reforzadas por las de los bordados, que ha puesto de relieve el soporte y los bordes de las telas de oro y añade flores, flores y lazos elaborados y borlas en color rosa, blanco y verde.
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