Esta leyenda se trata de una historia original de Japón, y se da en muchas zonas de este pais, donde las jóvenes nunca reciben un espejo púrpura por la superstición.
Se dice que si un adolescente o niño escucha la historia, debe olvidarse de la frase "El Espejo Púrpura" antes de cumplir 20 años. Si lo hacen, nada pasará. Pero aquellos que piensen o por error lean la frase poco antes de su cumpleaños 20... bueno, sobra decir lo que pasará.
Al cumplir quince años, una joven recibió un gran espejo púrpura como regalo de su madre. Lo colgó y pronto se convirtió en su posesión más valiosa, pues se obsesionó cada día más y más con su propia belleza, al grado de que sus amistades la empezaron a llamar narcisista y superficial.
La fijación por su apariencia degeneró en un hábito de comer menos y menos conforme transcurrían los meses, ya que la chica se había convencido de que su belleza provenía de una figura delgada y envidiable.
Los meses se convirtieron en años, y el trastorno alimenticio la redujo a una criatura esquelética y frágil. Naturalmente, quienes la conocían siempre le insistían que debía ir a un médico, que no era normal que tuviera esa delgadez... pero la joven se burlaba y respondía altaneramente, descalificando los comentarios como celos por su increíble belleza; y que no era culpa suya ser tan atractiva. Y es que no importaba qué tanto peso perdiera o la manera en que la forma de sus huesos era casi visible a través de su piel, pues su reflejo aparecía hermoso y delicado cada que se miraba al espejo.
Todo continuó igual hasta el día que la chica cumplió 20 años. Sus padres accedieron a hacerle una fiesta pese a las protestas del resto de la familia y amigos de la joven, de que en lugar de ello debían internarla en una clínica especializada.
Ese día, la chica se encontraba en su habitación cuando decidió arreglarse para verse radiante en la noche. Se acercó al espejo y lo que vio, la paralizó. En el reflejo, aparecía una muchacha casi fantasmal, de piel pálida, ojos hundidos, una delgadez extrema y huesos protuberantes. No podía ser ella, pensaba. Debía ser una broma de todos aquellos que se burlaban y tenían celos. Retrocedió, apartándose del espejo decidida a asegurarse de que no era ella, pero su reflejo imitó cada uno de sus movimientos y confirmó sus peores pesadillas.
Era cierto. La mujer esquelética del espejo era ella. ¿Pero cómo?, se preguntó. ¿Porqué sus mejillas eran tan huesudas? ¿Porqué era tan pálida? ¿Porqué su cabello era tan escaso y delgado? ¿Porqué se veía tan grotesca? Se dio cuenta de que nadie tenía celos de su belleza. En verdad era una criatura de apariencia famélica tras años de matarse de hambre. No había forma de que fuera real, pero aún así... la imagen del espejo no podría mentir. Su mente buscaba desesperadamente una respuesta del porqué de ese cambio, ¿porque solo ella se veía hermosa? ¿Porque tan fea? ¿Porqué en ese día específicamente?
Fue demasiado para ella. Horas después, al subir para llevarla a la fiesta, sus padres la encontraron el piso; rodeada por pedazos de vidrio y yaciendo en un charco de sangre. No hubo gritos o llanto, ni siquiera el ruido producido por el cristal al resquebrajarse... La carne del rostro de la chica presentaba un espectáculo de horror: Usó el pedazo de cristal más grande y filoso para apuñalarse una y otra vez, destrozando sus mejillas, boca, ojos y nariz. Nada quedaba reconocible de su rostro en ese amasijo informe y sanguinolento. Agonizante, la chica dijo con un último suspiro: "El espejo púrpura".
El mundo continuó su marcha y con los años la desafortunada muchacha desapareció de la memoria de sus amigos, familiares y conocidos; quedando como un recordatorio de lo terrible de la anorexia y la bulimia... pero en especial, por las circunstancias de su muerte. Pero al poco tiempo de ello, comenzaron a aparecer reportes de jóvenes que morían súbitamente al cumplir veinte años por diversas razones, pero en todos los casos había un factor único en común. Una nota suicida hablaba de un espejo púrpura encontrado por la víctima el día anterior, y decía que debía ser una broma para seguirle arruinando la vida. Amigos de otra víctima declararon que esta se quejaba de hallar pedazos de cristal púrpura en su hogar poco antes de morir, y que aparecían de manera inexplicable. Pronto, las autoridades se percataron de en todos los crímenes había un fragmento de cristal púrpura. La leyenda de la chica delgada se diseminó entre la juventud... Esa chica, con su odio hacia el mundo, hacia sí misma, el dolor y años de ser engañada crearon una especie de fenómeno metafísico. Un alma vengativa si así lo quieren ver.