Cuando el hombre empezó a fundar sus ciudades cerca de los ríos las libélulas ya habitaban allí.
Las grandes civilizaciones convivieron de cerca con estos insectos que pasan la mayor parte de su vida como larvas bajo el agua y que vuelan sólo cuando han alcanzado la fase adulta.
Las libélulas influyeron notablemente en el hombre y su cultura.
Ya sea por sus dotes curativas, alimenticias, su comportamiento o su aspecto físico, a las libélulas se les atribuye el don de ser portadoras de la buena fortuna.
En Japón, la libélula es un símbolo de éxito, victoria, fuerza y coraje. Las leyendas de las libélulas, recorren hasta el antiguo Japón, comenzando por una crónica recopilada del 720 con el primer emperador Jimmu Tenno, el cuál subió a una pequeña montaña en Yamato y al mirar debajo, se percató que su país era la forma de una pareja akitsu, en tal, relato, la libelula es mencionada como akitsu.
Otra crónica acerca del origen del antiguo nombre de Japón: Las Islas Libélulas (Akitsu Shima), remonta al 21 emperador Yuryako Tenno el cuál se encontraba cazando en una llanura cuándo de pronto, un tábano (tipo de mosca) se posó en su brazo y le picó. En ese mismo momento, hizo su aparición una libélula, en barrena (movimiento aéreo hacia abajo en forma de espiral) y se deshizo del tábano. El Emperador quedó tan satisfecho del emperador de tal acción que decidió nombrar a la zona: Akitsu-no (Llanura de la Libélula).
Además de que en el Japón antiguo fue tomada como símbolo para la salud.
Diversos dibujos primitivos de libélulas en campanas de bronce representan plegarias para una buena cosecha según historiadores. También durante el siglo 11, familias nobles japonesas usaron las libélulas como símbolo de ornamentación para casi todo lo que tenían desde muebles hasta textiles. Incluso la libélula fue escogida como símbolo del escudo de la familia Samurai, para ellos representaba buena suerte, por lo que las llamaban "insectos victoriosos" (kachi-mushi).
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