Este cuento data del siglo IX y su
autor es anónimo. Pese a numerosos investigaciones su identidad ha llevado a
conjenturas y varias teorías y una de ella es que la creadora de esta historia
es una mujer. Se cree posible ya que en
el periodo Helan 794- 1185 las mujeres tenían libertad a la cultura y
literatura.
Había
una vez un anciano llamado Taketori-no-Okina ("anciano cortador de
bambú") que vivía con su esposa. Un día fue a una plantación de bambú para
recolectar brotes. Cuidadosamente cortó el bambú y se quedó asombrado al
encontrar a un precioso bebé en el interior. Era una niña. Taketori decidió
recogerla y llevarla a su casa.
- Mira lo que he encontrado - dijo llorando el anciano mientras le mostraba a
la pequeña niña que encontró dentro del bambú a su esposa.
La viejita respondió:
- Ciertamente son los dioses los que nos han mandado a esta encantadora niña.
Decidieron quedarse con la niña y la llamaron Kaguya-Hime, la Princesa de la
Luz Brillante.
La pequeña niña creció muy rápidamente y con el tiempo se volvió muy hermosa.
Cuando el anciano o su esposa estaban cansados o de mal humor, solo les bastaba
con ver a la niña para sentirse bien nuevamente. Ellos vivían muy felices con
Kaguya Hime, a la que querían como si fuera su propia hija. Además, desde el
mismo día en que había encontrado a la pequeña, siempre que Taketori cortaba un
bambú encontraba oro dentro de él. Gracias a esto, pronto se hizo rico y pudo
permitirse el lujo de construir una gran casa en la que vivir cómodamente con su
anciana esposa.
Cuando Kaguya Hime creció, se convirtió en una mujer de gran belleza, que se
hizo muy famosa en todo el mundo por su elegancia y hermosura, a pesar de que
el anciano no permitía que su preciosa princesa saliera de casa. Cinco
príncipes llegaron a su casa para pedir la mano de Kaguya en matrimonio. Pero
ella era reacia a casarse, así que les propuso a sus pretendientes varias
tareas imposibles para llevar a cabo antes de conseguir casarse con ella.
A su primer pretendiente, Kaguya le encargó traer el caliz sagrado de Buda que
se encontraba en La India. Al segundo príncipe le encargó recuperar una
legendaria rama hecha de plata y oro. El tercero tenía que intentar conseguir
al legendario vestido del ratón de sol que se dice que está en China. Al cuarto
le pidió que le trajera una joya de colores que brillaba al cuello de un
dragón. Al último príncipe, le encargó una concha preciosa que las golondrinas
guardaban como un tesoro. Esto desilusionó mucho a los pretendientes, pues la
princesa les había pedido objetos que nadie sabía si existían realmente. Aún
así decidieron intentarlo.
Un día, llego el primer hombre y trajo la taza de Buda que la princesa había
pedido, pero pronto Kaguya descubrió que no había ido realmente a la India como
ella lo pidió, sino que en su lugar le había traído una taza sucia de un templo
cerca de Kyoto. Cuando la princesa lo vio, supo inmediatamente que esta no era
la taza de Buda.
El segundo no tenía idea de donde podría encontrarse una rama de plata y oro,
por lo que decidió ordenárselo a unos joyeros. Cuando los joyeros fabricaron la
rama, él se la llevó a la princesa. Era una rama de plata y oro tan maravillosa
que ella pensó que realmente se trataba de lo que había pedido y pensó que no
podría escapar del matrimonio con este joven... de no ser porque los joyeros
aparecieron para reclamar al pretendiente su dinero. De esta manera la princesa
comprendió que esta rama no era la verdadera y por consiguiente no era lo que
ella había pedido.
El tercer pretendiente, a quién se le había pedido el vestido del ratón del
sol, les dio dinero a algunos comerciantes que iban a China. Ellos le trajeron
una piel vistosa y le dijeron que pertenecía al ratón de sol. Se lo llevó a la
princesa y ella dijo :
- Realmente es una piel muy fina. Pero la piel del ratón de sol no arde, aún
cuando se tira al fuego. Probémoslo.Y Kaguya tiró la piel en el fuego, y como era de esperar, la piel ardió.
El cuarto pretendiente era muy valiente e intentó encontrar al dragón por sí
mismo. Navegó y vagó durante mucho tiempo, porque nadie sabía donde vivía el
dragón. Pero durante una jornada, fue asediado por una tormenta en la que casi
pierde la vida. La tormenta le impidió seguir buscando al dragón, así que
regresó a su casa. De vuelta en su hogar, se encontró muy enfermo y no pudo
volver con la Princesa Kaguya.
El quinto y último de los hombres buscó en todos los nidos, y en uno de ellos
pensó que había encontrado lo que la princesa le había encargado; pero al bajar
tan aprisa por la escalera, se cayó y se lastimó. Ni siquiera lo que tenía en
su mano era la concha que la princesa había pedido, sino una golondrina vieja y
dura.
De este modo todos los pretendientes fracasaron, y ninguno podría casarse con
la princesa.
Un día, un Emperador quiso conocer la extraordinaria belleza de Kaguya Hime. En
cuanto la vio, quedó impresionado de la joven y le pidió que se casara con él y
fuera a vivir a su palacio. Pero la princesa rechazó también su propuesta,
diciéndole que era imposible, ya que ella no había nacido en el planeta y no
podía ir con él.
Ese verano, cada vez que la princesa miraba la Luna, sus ojos se llenaban de
lágrimas. Los ancianos estaban muy preocupados, pero la princesa guardaba
silencio. Un día antes de la luna llena de mediados de agosto, la princesa
explicó por qué estaba tan triste. Explicó que no había nacido en el planeta,
sino que procedía de la Ciudad de la Luna, a dónde debía regresar en la próxima
luna llena, y que vendrían personas a buscarla.
Los ancianos trataron de convencerla de que no partiera, pero ella contestó que
debía hacerlo. Así que Taketori corrió en busca del Emperador, y le contó toda
la historia. El Emperador, para evitar que la princesa Kaguya se marchara,
envió a su casa una gran cantidad de soldados.
Pero en la noche de la luna llena de mediados de agosto, una intensa luz los
cegó a todos y las gentes de la Ciudad de la Luna bajaron por la princesa. Los soldados no pudieron
combatir ni tratar siquiera de impedirlo, porque estaban cegados por aquella
intensa luz y porque extrañamente habían perdido las ganas de luchar.
La princesa se despidió de sus padres, y les dijo que no deseaba irse, pero que
tenía que hacerlo. También se despidió del Emperador por medio de una carta.
El desolado Emperador envió un ejército entero de soldados a la montaña más
alta de Japón, el gran Monte Fuji. La misión era subir hasta la cima y quemar
la carta que Kaguya-Hime había escrito, con la esperanza de que llegara a la
ahora distante princesa.
Años después, de la Luna cayó la capa que la gente de la Ciudad de la Luna le
había dado a la princesa Kaguya. Un monje, llamado Miatsu, se enteró de la
historia de la princesa y fue a ver al Emperador. Le dijo que si alguna vez la
luna llena aparecía más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y lo
quemaran. El monje le dijo que la princesa Kaguya había recibido la carta que
el había quemado , y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en
el planeta, por lo que había decidido convertir la Tierra en un lugar como la
luna. El Emperador le pidió al monje que sellara a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir.
El monje Miatsu lo hizo así, en un espejo del palacio (que fue conocido como
espejo de la vida o de la luna) con los cinco objetos que la princesa había
pedido a sus pretendientes, como llaves de abertura y cerradura del portal
entre la luna y la tierra (el monje los tenía); de esta forma la humanidad
estaría a salvo del poder de la princesa.
La princesa Kaguya se enteró por
medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar
el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del emperador, así
que le pidió a una de las personas de la luna que hiciera que del Monte Fuji
cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la
región entera. La persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa como
componente principal, creó al volcán (antes era nada más una montaña), que no
hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente así que
tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la
suficiente para hacer estallar al volcán. Desde entonces las erupciones del
Fuji (pocas en la historia), han sido violentas, debido a la furia de
Kaguya-Hime.
La princesa Kaguya se enteró por
medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar
el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del Emperador, así
que le pidió a uno de los habitantes de la Ciudad de la Luna que hiciera que
del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la
muerte de la región entera. Esa persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa
como componente principal, creó al volcán a partir de la montaña, que no hizo
erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente, por lo que
tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la
suficiente para hacer estallar al volcán.
Desde entonces las erupciones del Fuji , aunque escasas, han sido violentas,
debido a la furia de Kaguya Hime.
- Mira lo que he encontrado - dijo llorando el anciano mientras le mostraba a la pequeña niña que encontró dentro del bambú a su esposa.
- Ciertamente son los dioses los que nos han mandado a esta encantadora niña.
Decidieron quedarse con la niña y la llamaron Kaguya-Hime, la Princesa de la Luz Brillante.
Cuando Kaguya Hime creció, se convirtió en una mujer de gran belleza, que se hizo muy famosa en todo el mundo por su elegancia y hermosura, a pesar de que el anciano no permitía que su preciosa princesa saliera de casa. Cinco príncipes llegaron a su casa para pedir la mano de Kaguya en matrimonio. Pero ella era reacia a casarse, así que les propuso a sus pretendientes varias tareas imposibles para llevar a cabo antes de conseguir casarse con ella.
Un día, llego el primer hombre y trajo la taza de Buda que la princesa había pedido, pero pronto Kaguya descubrió que no había ido realmente a la India como ella lo pidió, sino que en su lugar le había traído una taza sucia de un templo cerca de Kyoto. Cuando la princesa lo vio, supo inmediatamente que esta no era la taza de Buda.
El segundo no tenía idea de donde podría encontrarse una rama de plata y oro, por lo que decidió ordenárselo a unos joyeros. Cuando los joyeros fabricaron la rama, él se la llevó a la princesa. Era una rama de plata y oro tan maravillosa que ella pensó que realmente se trataba de lo que había pedido y pensó que no podría escapar del matrimonio con este joven... de no ser porque los joyeros aparecieron para reclamar al pretendiente su dinero. De esta manera la princesa comprendió que esta rama no era la verdadera y por consiguiente no era lo que ella había pedido.
El tercer pretendiente, a quién se le había pedido el vestido del ratón del sol, les dio dinero a algunos comerciantes que iban a China. Ellos le trajeron una piel vistosa y le dijeron que pertenecía al ratón de sol. Se lo llevó a la princesa y ella dijo :
- Realmente es una piel muy fina. Pero la piel del ratón de sol no arde, aún cuando se tira al fuego. Probémoslo.Y Kaguya tiró la piel en el fuego, y como era de esperar, la piel ardió.
El quinto y último de los hombres buscó en todos los nidos, y en uno de ellos pensó que había encontrado lo que la princesa le había encargado; pero al bajar tan aprisa por la escalera, se cayó y se lastimó. Ni siquiera lo que tenía en su mano era la concha que la princesa había pedido, sino una golondrina vieja y dura.
De este modo todos los pretendientes fracasaron, y ninguno podría casarse con la princesa.
Un día, un Emperador quiso conocer la extraordinaria belleza de Kaguya Hime. En cuanto la vio, quedó impresionado de la joven y le pidió que se casara con él y fuera a vivir a su palacio. Pero la princesa rechazó también su propuesta, diciéndole que era imposible, ya que ella no había nacido en el planeta y no podía ir con él.
Ese verano, cada vez que la princesa miraba la Luna, sus ojos se llenaban de lágrimas. Los ancianos estaban muy preocupados, pero la princesa guardaba silencio. Un día antes de la luna llena de mediados de agosto, la princesa explicó por qué estaba tan triste. Explicó que no había nacido en el planeta, sino que procedía de la Ciudad de la Luna, a dónde debía regresar en la próxima luna llena, y que vendrían personas a buscarla.
Los ancianos trataron de convencerla de que no partiera, pero ella contestó que debía hacerlo. Así que Taketori corrió en busca del Emperador, y le contó toda la historia. El Emperador, para evitar que la princesa Kaguya se marchara, envió a su casa una gran cantidad de soldados.
Pero en la noche de la luna llena de mediados de agosto, una intensa luz los cegó a todos y las gentes de la Ciudad de la Luna bajaron por la princesa. Los soldados no pudieron combatir ni tratar siquiera de impedirlo, porque estaban cegados por aquella intensa luz y porque extrañamente habían perdido las ganas de luchar.
La princesa se despidió de sus padres, y les dijo que no deseaba irse, pero que tenía que hacerlo. También se despidió del Emperador por medio de una carta.
El desolado Emperador envió un ejército entero de soldados a la montaña más alta de Japón, el gran Monte Fuji. La misión era subir hasta la cima y quemar la carta que Kaguya-Hime había escrito, con la esperanza de que llegara a la ahora distante princesa.
Años después, de la Luna cayó la capa que la gente de la Ciudad de la Luna le había dado a la princesa Kaguya. Un monje, llamado Miatsu, se enteró de la historia de la princesa y fue a ver al Emperador. Le dijo que si alguna vez la luna llena aparecía más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y lo quemaran. El monje le dijo que la princesa Kaguya había recibido la carta que el había quemado , y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en el planeta, por lo que había decidido convertir la Tierra en un lugar como la luna. El Emperador le pidió al monje que sellara a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir.
El monje Miatsu lo hizo así, en un espejo del palacio (que fue conocido como espejo de la vida o de la luna) con los cinco objetos que la princesa había pedido a sus pretendientes, como llaves de abertura y cerradura del portal entre la luna y la tierra (el monje los tenía); de esta forma la humanidad estaría a salvo del poder de la princesa.
Desde entonces las erupciones del Fuji , aunque escasas, han sido violentas, debido a la furia de Kaguya Hime.
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