lunes, 3 de junio de 2019

RYUGU NO TSUKAI EL PEZ DE LOS TERREMOTOS

Los japoneses tienen mucho temor ante la posibilidad  tsunami, esto se debe a las constantes apariciones de peces remo en costas niponas.

Ellos miden entre 3.2 y 4 metros.  El pez remo, de nombre científico Regalecus glesne, habita sólo en profundidades de 200 a mil metros y puede llegar a crecer más de 17 metros.

Es característico por su forma alargada y plana similar a una gran serpiente marina, su color plateado y su gran aleta roja.

​Su nombre en japonés, 'Ryugu no tsukai', se traduce como “Mensajero del Palacio del Dios del Mar” y existe la creencia de que sólo llegan a las costas antes de un gran tsunami, esto porque se dice que son capaces de sentir los movimientos de las placas tectónicas y huyen hacia la superficie.

Esta idea se reforzó entre los nipones luego del terremoto y tsunami de Fukushima en 2011, en el que más de 20 mil personas perdieron la vida. No existe evidencia científica de que dichos avistamientos tengan relación alguna con actividad en las placas tectónicas.

En 2017, tres peces remo aparecieron en las costas de Filipina, detonando el temor sin que sucediera nada. También en Tacna, Perú, fue encontrado uno en febrero de 2018, un mes después del sismo de 7.1 grados que afectó a Arequipa; se descarta una relación entre ambas cosas.

El mito La creencia, tan arragaida en Japón, se alimenta del mito de 'Namazu', una serpiente marina gigante que vive en las profundidades y ocasiona terremotos cuando sale a la superficie.  De acuerdo a esto, Namazu es el responsable de que la tierra se mueva provocando terremotos y tsunamis, se trata de un siluro gigantesco que habita en las profundidades del mar.

Es una criatura pertenciente a los yokai o monstruos mitológicos japoneses, asociado a los desastres y a todo tipo de desgracias. Pero antes de que Namazu se convirtiera en un horrible y gigantesco pez, en la tradición más antigua se le conocía con el nombre de Sakana mono-iu, su tamaño era normal y tenía la capacidad de comunicarse con los humanos, incluso de transformarse en uno de ellos. Gobernaban las aguas y se decía que el la persona que osara capturarlo sufriría la más horrible de las desgracias.

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