El segundo fin de semana de mayo se celebra el Día de la Madre (Haha no hi ) en Japón, donde los niños nipones agradecen a su madre el “haberles dado la vida”. Aunque los japoneses empezaron a celebrar este día en el siglo XX, ya cuentan con sus propias tradiciones.
El origen de esta festividad se remonta al año 1931, durante el periodo Shōwa (1926-1989), cuando la Asociación de Mujeres de Japón estableció que el Día de la Madre se celebraría el 6 de marzo coincidiendo con la conmemoración del cumpleaños de la emperatriz Kōjun, la madre del emperador Akihito y la monarca más longeva de Japón.
Para los creyentes del sintoísmo, la religión mayoritaria en Japón en la que se adoran a los kami o espíritus de la naturaleza, el Día de la Madre es muy importante porque en él se homenajea a Amaterasu, diosa del sol, considerada la madre del pueblo japonés y que de hecho, es el símbolo que constituye la bandera del país.
Debido a que su origen es muy reciente la celebración japonesa del Día de la Madre es muy similar a la de occidente. De hecho, en 1950 se trasladó al segundo fin de semana de mayo para equipararse con otros países.
Al igual que aquí, también en Japón es costumbre regalar flores por el Día de la Madre, siendo las más habituales los claveles —símbolo de dulzura, pureza y persistencia— rojos, rosas y amarillos que pueden llegar a triplicar su precio durante estas fechas. También es común regalar tarjetas perfumadas, kimonos de seda y muñecas tradicionales japonesas.
En Japón es tradición que las familias pasen este día en la calle, en los parques y en las plazas, así como que los hijos preparen comida casera a las madres para homenajearlas en su día.
Así es un menú típico del Día de la Madre
Además de sushi, los platos más habituales son:
Sopa de miso
Tamagoyaki, una tortilla gruesa y dulce.
Chawanmunshi, una especie de natillas que se toman como aperitivo.
Nimono, un estofado que puede hacerse con varios ingredientes.
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