lunes, 15 de abril de 2019

FILOSOFANDO CON PCHAN

EL ÚNICO MONSTRUO QUE PERSISTE ES EL PREJUICIO, LOS DEMÁS SOMOS SERES DIFERENTES.

JAPON Y SU SEMANA RELIGIOSA

Las culturas  japonesa e hispana tienen muchos puntos en común a pesar de la larga distancia que separa a los diferentes países. Pero no deja de sorprender el paralelismo, tan cercano y a la vez tan lejano, de nuestra Semana Santa. Obviamente, Japón no es un país cristiano, pero sí profesa mayoritariamente una religión, la sintoísta y, por lo tanto, también tiene celebraciones populares religiosas. Estas procesiones, aunque están menos extendidas que aquí, congregan a un gran número de japoneses y turistas curiosos.


El más destacado es el Sanja Matsuri (traducido, 'Festival de los Tres Templos'). Se celebra el tercer fin de semana de mayo y tiene como escenario los alrededores del templo Senso-ji, uno de los enclaves turísticos más visitados de Tokio y el santuario más antiguo de Japón. Al igual que sucede con nuestra Semana Santa, el templo sirve como epicentro de la fiesta y ésta se despliega por las calles de alrededor: el barrio tokiota de Asakusa. Mezclarse con los dos millones de personas que acuden cada año a esta celebración es una experiencia sorprendente, llena de tradiciones niponas y con detalles que a un latino le hacen rememorar las procesiones de su país.



Peñas o grupos de amigos y conocidos crean informales 'cofradías' y cargan a hombros su particular paso, llamado 'mikoshi'. El sintoísmo carece de imágenes, así que el altar que portan suele ser una réplica del templo Senso-ji. Durante los tres días que dura el festival pueden procesionarse alrededor de 100 'mikoshis', pero es el domingo cuando los tres más importantes salen a la calle. Estos están recubiertos de oro y llegan a pesar hasta una tonelada, por lo que son necesarias alrededor de 40 personas para cargarlo. La tradición cuenta que el poder de estos tres 'mikoshis' aumenta con las personas y es por eso que las sacudidas del 'paso' y los empujones de los espectadores para acercarse al mini templo.

Al contrario de lo que ocurre con nuestra Semana Santa, el Sanja Matsuri es mucho más festivo, democrático e informal. Un mismo 'mikoshi' puede ser cargado tanto por hombres como por mujeres y asombra ver a muchos extranjeros entre los porteadores. También los tambores tienen su protagonismo en esta fiesta, pero no con un ritmo pesado y marcial, sino mucho más desenfrenado y alegre que se mezcla con las flautas, los silbatos y los gritos de júbilo de los participantes. Dos maneras muy diferentes de vivir una festividad religiosa pero dos celebraciones con un punto muy importante en común: la expresión popular de la tradición más auténtica.

lunes, 8 de abril de 2019

FILOSOFANDO CON PCHAN

CON EL COMBUSTIBLE DE LA ACTITUD EMPRENDIÓ A SU DESTINO PREFERIDO SIEMPRE HACIA ADELANTE.

LOS CASTILLOS EN JAPON




Los castillos japoneses  shiro eran fortificaciones construidas principalmente con piedra y madera. Estos evolucionaron a partir de las edificaciones de madera de siglos anteriores hasta las formas más conocidas que surgieron a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, siguiendo el ejemplo del Castillo Azuchi, construido por Oda Nobunaga, y el primero de su tipo que utilizó la piedra en la base del castillo, haciéndolo más resistente. De la misma forma que los castillos de otras partes del mundo, los castillos japoneses eran construidos para vigilar lugares estratégicos o importantes como puertos, ríos, o caminos y casi siempre tenían en cuenta las características del lugar para su mejor defensa.


Los castillos japoneses vivieron varias etapas de destrucción. Durante el shogunato Tokugawa se decretó una ley para limitar el número de castillos que cada daimyō o señor feudal podía poseer, limitándose a uno por feudo, por lo que varios fueron destruidos. Después de la caída del sistema shogunal y del regreso al poder del Emperador de Japón durante la Restauración Meiji, nuevamente muchos castillos fueron destruidos y algunos otros desmantelados, en un intento de romper con el pasado y modernizar el país. Durante la Segunda Guerra Mundial muchos castillos fueron destruidos durante los bombardeos en las regiones de la costa del Pacífico y sólo algunos castillos ubicados en áreas remotas, como el Castillo Matsue o el Castillo Matsumoto permanecieron intactos.

Posteriormente a la Segunda Guerra Mundial muchos castillos han sido reconstruidos con materiales modernos, como hormigón, aunque en algunos pocos se han utilizado los materiales originales y siguiendo la misma técnica que en su época de esplendor. Al día de hoy sólo doce conservan su estructura original, sobresaliendo el Castillo Himeji, localizado en la Prefectura de Hyōgo. De los castillos existentes, ya sea originales, reconstruidos o en ruinas, muchos de ellos han recibido el estatus de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, mientras que otros han sido designados Tesoros Nacionales.


Actualmente muchos castillos se han convertido en museos y alojan objetos de importancia de la región, contando la historia de las ciudades donde se encuentran.

lunes, 1 de abril de 2019

FILOSOFANDO CON PCHAN

LAS VERDADERAS HISTORIAS DE AMOR NUNCA TIENEN FINAL.

UBUME Y LOS NIÑOS DESAPARECIDOS


Puede haber incontables razones para la desaparición de un niño, pero según una antigua superstición japonesa, la mayoría de los niños que desaparecían eran arrebatados por un yokai llamado Ubume.


Se creía que los Ubume eran espíritus de mujeres que murieron durante el parto, aunque también podrían haber muerto durante el embarazo. De cualquier forma, el apego por su hijo perdido permaneció después de la muerte, de ahí la necesidad implacable por tener un hijo, que solo se satisfacía cuando secuestraban a un pequeño.



Aparecen en noches oscuras y lluviosas, y generalmente se les puede distinguir por su forma de mujer cargando un niño, gritando por auxilio.

El Ubume puede aparecer de varias formas: una mujer cargando un bebé, una mujer embarazada o como un cadáver cubierto de sangre que carga a un feto subdesarrollado. Otras veces, simplemente se aparecen como mujeres horripilantes, sangrientas y embarazadas que gritan de forma desesperada durante la noche buscando ayuda. Hay una versión inquietante que dice que se aparece en la oscuridad en intersecciones y puentes, el Ubume solicitará a los transeúntes que sostengan a su hijo, mientras se aleja para hacer algo. El bebé se hace cada vez más pesado hasta que la persona que lo carga recita una oración budista, después de eso el Ubume regresa y agradece por traer a su hijo de vuelta al mundo de los vivos. Existen otras historias del Ubume como la que dice que busca tutores para que cuiden de su bebé después de su muerte, mientras que otras cuentan que lo hace por su cuenta, realizando visitas ocasionales a la ciudad para comprar suministros con monedas que se transforman en hojas secas después que desaparece.