miércoles, 30 de marzo de 2016
lunes, 28 de marzo de 2016
PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA
Sal de casa y sonríe, sonríe a los problemas, sonríe a los imprevistos, sonríe al mal tiempo, sonríe al las personas.....
Al finalizar el día, descubrirás que, a los mejor no cambio nada, pero tu habrás sonreído....
LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA BOTAN DORO
La leyenda de Botan Doro es una de las leyendas más famosas de todo Japón. Su origen se encuentra en la traducción de un libro antiguo del siglo XVII, libro que hacia alusión a una serie de cuentos y leyendas japonesas.
La historia cuenta que una noche cerrada se vio por las calles a una mujer acompañada de una chica joven muy hermosa y que iba sosteniendo una lámpara. En su paseo nocturno se encontraron con el samurai viudo Ogiwara Shinnojo, y ante la belleza de la joven quedó totalmente prendado y le prometió, sin apenas pensarlo, una relación eterna con ella.
A partir de esa misma noche, la joven iría todos los días a casa del samurai para pasar la noche con él. Algo que incrementó el deseo y amor que Ogiwara comenzó a sentir por ella. Un verdadero romance que al parecer no era pudoroso, pues muchos vecinos del samurai veían constantemente las idas y venidas de la joven.
Un vecino y amigo de Ogiwara comenzó a sospechar de esa hermosa doncella. Algo raro había en ella y él, como amigo del samurai, debía descubrirlo.
Una noche, cuando la pareja de enamorados se dispuso a entrar en la casa, el vecino comenzó a merodear la propiedad. Poco a poco se fue acercando a la habitación en la que ambos descansaban, y al abrir la puerta se sobresaltó al darse cuenta que su amigo estaban haciendo el amor con un esqueleto horrible.
Atemorizado por la visión, el vecino de Ogiwara corrió a contar lo sucedido a un sacerdote budista. Éste le entregó un sello para que lo colocara en la casa del samurai. El sello, le aseguró, evitaría que el fantasma pudiera volver a entrar en la residencia, y por tanto, lograría separar a la pareja de amantes.
Y es así efectivamente, esa misma noche la hermosa joven se ve incapaz de entrar en casa de su amado. Pero lejos de marcharse y dejar en paz a Ogiwara, comenzó a llamarlo con su voz dulce para que fuera él quien saliera. Ogiwara no fue capaz de resistirse a sus encantos, así que abandonó la seguridad de su hogar y salió al exterior para abrazarla. En ese momento, la joven insistió en que esa noche tendrían que ir a su propia casa.
Cuenta esta antigua leyenda que la mañana siguiente el cadáver del samurai fue encontrado abrazado a un esqueleto, y que el lugar en el que se encontró era una de las tumbas del templo, justo en la que resultó que esa joven había sido enterrada años atrás.
lunes, 21 de marzo de 2016
LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA EL TRASGO DE ADACHIGAHARA
"En la provincia japonesa de Mutsu había, hace mucho tiempo, una planicie llamada Adachigahara. Decía la gente que habitaba aquel paraje un trasgo antropófago que tomaba la forma de una vieja. De vez en cuando desaparecía algún viajero y ya no se le volvía a ver. Las comadres que se reunían en torno a los lavaderos por las tardes y las muchachas que limpiaban el arroz en las fuentes por la mañana, contaban espantosas historias de los desaparecidos, atraídos a la cabaña del trasgo y devorados, ya que sólo se alimentaba de carne humana.
Nadie osaba acercarse a la guarida del trasgo después de oscurecer, y aun durante el día procuraban alejarse, siendo advertidos todos los viajeros del peligro que corrían por aquellas temidas cercanías.
Un día, al oscurecer, llegó un sacerdote a la planicie. Era un viajero trasnochador y sus hábitos indicaban a un peregrino budista que iba de santuario en santuario a rezar en busca de la santidad o del perdón de sus pecados. Se había extraviado y, como era ya de noche, no encontró a nadie que pudiera mostrarle el camino o advertirle el peligro de aquellos parajes.
Después de caminar todo el día estaba cansado y hambriento, y la noche de otoño era fría, de modo que tenía prisa por encontrar un albergue donde pasar la noche. Se encontró solo en mitad de la planicie y en vano miraba a todos lados en busca de un techo.
Por fin, después de errar varias horas, distinguió a lo lejos un grupo de árboles y vislumbró entre el follaje un débil rayo de luz. Y exclamó con gozo:
—¡Ah! Sin duda encontraré allí una cabaña donde pasar la noche.
Guiándose por la luz, dirigió sus cansados y doloridos pies hacia aquel lugar con toda la rapidez que le fue posible y no tardó en llegar a una mísera cabaña. Al acercarse, vió que estaba en pésimas condiciones, que la empalizada de bambú estaba rota y las hierbas y malezas lo invadían todo. Los biombos de papel que servían de ventanas, estaban agujereados y los maderos de la casa se doblaban de viejos y apenas podían sostener el techo. Se abrió la puerta de aquella choza y salió una vieja a mirar, a la luz de una linterna.
Desde la empalizada la llamó el peregrino diciendo:
—¡O Baa San (mujer anciana) buenas noches! ¡Soy un caminante! Perdóname, pero ando extraviado y no sé qué hacer, pues no tengo dónde descansar esta noche. Te ruego que tengas la bondad de permitirme pasarla bajo tu techo.
La vieja salió de la choza y se acercó al intruso.
—Lo siento por ti. Ha sido un gran contratiempo hallarte extraviado en un lugar tan desierto. Desgraciadamente no puedo darte albergue, pues no tengo cama que ofrecerte y no está la choza en condiciones para recibir a un huésped.
—Eso poco importa —dijo el sacerdote—. No quiero más que un techo bajo el cual pasar la noche y, si me haces el favor de dejarme acostar en el suelo de la cocina, te quedaré muy agradecido. Estoy demasiado cansado para seguir andando y si me rechazas habré de dormir a la intemperie.
A pesar de estas razones, la vieja no estaba bien dispuesta a acceder, mas por fin dijo a regañadientes:
—Bueno, quédate si quieres. No puedo ofrecerte una digna hospitalidad, pero entra y encenderé el fuego, que la noche es fría.
El peregrino se alegró al oír aquello. Se quitó las sandalias y entró en la choza. La vieja cogió unos sarmientos y encendió el fuego, invitando al huésped a calentarse.
—Después de tan largo viaje debes de estar hambriento —dijo la vieja—. Voy a prepararte una cena.
Puso a hervir un poco de arroz y cuando el sacerdote hubo comido, la vieja se sentó a su lado y estuvieron hablando largo rato. El peregrino se consideraba afortunado por haber encontrado una mujer tan buena y hospitalaria. Pronto se consumió la leña, se apagó el fuego y volvió el sacerdote a temblar de frío como cuando entró.
—Veo que tienes frío —observó la vieja—. Voy a salir a coger leña, pues se acabó la que teníamos. Quédate y vigila la casa mientras yo esté fuera.
—¡No —dijo el peregrino—, iré yo a buscar leña, que tú eres vieja y no puedo permitir que vayas a buscarla por mí, en una noche tan fría!
La vieja movió la cabeza diciendo:
—No te muevas de aquí, que por algo eres mi huésped.
Y dicho esto, salió. Al poco rato volvió para decir:
—Has de permanecer sentado sin moverte de ahí, y pase lo que pase, no te acerques ni mires al cuarto del fondo. ¡Mucho cuidado!
—Si dices que no me acerque al cuarto del fondo, no lo haré —prometió el sacerdote, algo intrigado.
Entonces la vieja se marchó definitivamente dejando solo al peregrino. La única luz de la casa era la de una linterna macilenta, porque el fuego se había apagado por completo. Por primera vez en toda la noche, le asaltó la idea de hallarse en una casa encantada y las palabras de la vieja prohibiéndole acercarse al cuarto del fondo, despertaron su curiosidad y le produjeron miedo.
¿Qué ocultaba en aquel cuarto que no quería que se acercarse? El recuerdo de su promesa lo mantuvo algún tiempo inmóvil, pero llegó un momento en que no pudo resistir su tentación de mirar el interior del cuarto prohibido.
Se levantó y se acercó lentamente al cuarto del fondo. De pronto, la idea de que la vieja se enfadaría mucho con él por no obedecerla le hizo volver a su puesto.
Pero como el tiempo transcurría con gran lentitud y la vieja no volvía, se apoderó de él un gran miedo y una irresistible curiosidad por ver qué ocultaba aquel cuarto. Debía descubrirlo.
«No sabrá que he mirado si no se lo digo. Echaré una mirada antes que vuelva», se dijo el hombre.
Se levantó y se acercó de puntillas. Con mano temblorosa empujó la puerta corredera y miró. Se le heló la sangre en las venas al ver aquello. En el cuarto había gran cantidad de huesos humanos. Las paredes estaban llenas de salpicaduras y el suelo cubierto de sangre. En un rincón se amontonaban los cráneos hasta el techo y, en otro, los huesos de los cuatro miembros. El hedor que despedía aquello quitaba el sentido, y horrorizado, muerto de miedo, cayó al suelo por no poder contenerse. En aquella posición permaneció largo rato, temblando y rechinando los dientes, incapaz de alejarse de aquella visión espeluznante.
—¡Qué horrible! —exclamó—. ¡En qué espantosa guarida he caído! ¡Si Buda no viene en mi auxilio estoy perdido! ¿Es posible que esa buena vieja sea realmente el trasgo antropófago? ¡Cuando vuelva se me presentará en su verdadera forma y me comerá de un bocado!
Esta idea le devolvió las fuerzas y, cogiendo el sombrero y la alforja, salió corriendo cuanto sus pies le permitían. Corría en la noche sin mirar dónde ponía los pues, pensando sólo en alejarse del antro del trasgo. No se había alejado mucho, cuando oyó pasos detrás de él y una voz que gritaba:
—¡Detente! ¡Detente!
Corrió redoblando la marcha, sin hacer caso, y a su espalda resonaban los otros pasos cada vez más cerca, hasta que reconoció la voz de la vieja, más recia cuanto más se acercaba:
—¡Detente! ¡Detente! Mal hombre, ¿por qué mirabas el cuarto prohibido?
El sacerdote olvidó del todo que estaba cansado y sus pies batían el suelo más veloces que nunca. El miedo le prestaba fuerzas, pues sabía que si llegaba a caer en poder del trasgo, sería una de sus víctimas. Con toda su alma repitió su oración a Buda:
—Namu Amida Butsu, Namu Amida Butsu.
Y tras él corría la espantosa bruja, con su cabello dado al viento y su rostro convertido en el de un demonio, ya que ella no era otra cosa. Llevaba en la mano un largo cuchillo ensangrentado y seguía rugiendo tras el sacerdote:
—¡Detente! ¡Detente!
Por fin, cuando el sacerdote ya no podía más con sus piernas, se hizo de día y con las tinieblas de la noche desapareció el trasgo y él se vió salvado. El sacerdote comprendió que se había encontrado con el Trago de Adachigahara, cuya historia oyera muchas veces sin creerla. Atribuyó su salvación a la protección de Buda cuyo favor había impetrado, y por tanto, cogió su rosario, inclinándose ante el Sol naciente, rezó sus oraciones en acción de gracias. Luego reanudó el viaje hacia otras comarcas, alejándose con satisfacción de aquella planicie habitada por un genio del mal."
viernes, 18 de marzo de 2016
Danna ga Nani wo Itteiru ka Wakaranai Ken
DATOS GENERALES
Nombre: Danna ga Nani wo Itteiru ka Wakaranai Ken
Genero: Recuentos de la vida, Comedia, Seinen, Ecchi,
Capítulos: 13/13
Tipo: Tv Serie
Formato: Mp4
Traductor: [AoT]
Idioma: Sub Español
SINOPSIS
La serie sigue la vida diaria de una trabajadora de oficina llamada Kaoru y su marido otaku, que vive prácticamente en un gran foro de Internet.
DESCARGAR ENLACES
Importado de: desuanime.com
Link directo: http://desuanime.com/2015/03/12/danna-ga-nani-wo-itteiru-ka-wakaranai-ken-1313-megasub-espanol/
By Hikari Sangrial
lunes, 14 de marzo de 2016
LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA SAKURA
Sakura, era una joven japonesa de mirada inquieta que vivía feliz mente casada con su esposo Makoto, vivían en la región de Yoshino, en un pequeño pueblo llamado Hitome Senbon. Sakura y Makoto se conocieron a escasas semanas de su enlace, pues los padres de ambos habían acordado que cuando sus hijos cumplieran la edad de 20 años, se casarían como unión de las dos familias.
Cierto día el imperio japonés mando reclutar a los mejores samuráis sin importar su edad, ni lo viejos que eran. Una mañana, con la salida del sol, un enviado de la guardia real, llamo a la puerta de la casa de la pareja solicitando la presencia de Makoto en el ejército real, por lo que Makoto tenía que marchar a la guerra.
Sakura no le amaba, pero entristeció al saber la noticia, el iba a marcharse y a dejarla sola, jamás había estado sola, ni siquiera cuando era una niña y sus padres partían a recoger seda.
A la mañana de partir, Makoto le regalo a Sakura una simiente de un peculiar árbol llamado cerezo y partió con los demás con la promesa de que regresaría antes de que el cerezo empezara a tener flores.
Fueron los días mas largos que ella había conocido, se sentía muy sola, y los días se transformaron en meses, y los meses en años. Pero ella, todas las mañanas al despertar el sol, salía a ver como cada día, el blanco de las flores, abrigaba cada vez mas al cerezo. Sakura acepto, que Makoto jamás regresaria.
Un día, llego un muchacho al pueblo en busca de trabajo. Setsu, que así era como se llamaba el joven, paso delante de la casa de Sakura, y vio como el gran árbol blanco se alzaba entre la maleza del jardín de la casa, por lo que decidió entrar y prestar sus servicios como jardinero.Cuando Sakura vio a Setsu, no pudo evitar sentir como su mirada se clavaba en el fondo de sus ojos y no pudo gesticular mas palabras que “No tengo mucho con lo que pagarte, pero puedo ofrecerte comida aparte de un pequeño sueldo si es que precisas mucho del trabajo”. Setsu acepto, por lo que a
la mañana siguiente, antes de que la niebla pudiera diluirse del aire, el joven muchacho comenzó a trabajar en el jardín.
Los dos pasaban mucho tiempo juntos, ya que ella también colaboraba en el mantenimiento del jardín. Pasaban largas horas hablando y riendo, compenetraban muy bien, y poco a poco fueron enamorándose el uno del otro hasta que Setsu un día, mientras descansaban bajo del cerezo, aparto de la cara de Sakura un pequeño mechón que tapaba los grandes ojos de la muchacha y le robo un beso.
Sakura quedo ruborizada en un principio, pero no aparto sus labios de los de Setsu, ya que descubrió en aquel mismo instante, que el pequeño hormigueo que sentía en su estomago cada vez que Setsu la rozaba, era amor.
Pasaron la mejor primavera que los dos jamás habían pasado, les encantaba sentarse al sol bajo el cerezo en flor y ver como las mariposas y los pajarillos volaban entre las flores. Sakura amaba a Setsu como nunca antes había amado a nadie, le encantaba la forma en la que el acariciaba su pelo y la forma en que la miraba cada mañana al despertar, era tremendamente feliz.
Una tarde, vieron como un caballo paraba en el patio de su casa, y como un hombre alto y robusto se acercaba a ellos, Makoto había regresado de la guerra.
Makoto al descubrir la traición de su mujer, decidió acabar allí mismo con la vida de ambos, a los pies de el cerezo que un dia había regalado a su amada esposa. Fue tanta la rabia con la que Makoto usó su espada, que se creo un gran rio rojo que tardo horas en desaparecer bajo la tierra.
Llego el Otoño, el gran cerezo empezó a perder sus flores y con la llegada del gélido invierno, las tristes ramas de aquel pelado árbol quedaron heladas. Un buen día, Makoto decidió que al comenzar la primavera, antes de que floreciera el árbol, lo talaría, pues cada vez que lo miraba, le recordaba a Sakura, y lo que era aun mas doloroso, a Sakura en los brazos de Setsu.
Al primer día de primavera, cuando la tenue luz del sol se filtró entre las nubes y bañó sus delicados pétalos, el árbol emitió un resplandor entre rosáceo y blanquecino. Makoto se acerco asombrado a los pies del inmenso árbol, pues las pequeñas flores que habían brotado del las ramas del árbol a diferencia de las demás primaveras, estas eran rosas. Makoto quedo prendado del color de estas de tal modo que decidió no talar el arbol y mantenerlo en su jardín.
Cuenta la leyenda, que a partir de que el amor de Sakura y Setsu fuera culminado frente al majestuoso cerezo, este que había vivido el romance a sus pies, absorbió tristemente el amor de estos mediante sus raíces y comenzó a tornar sus flores rosas para mantener vivo su espíritu y que Sakura y Setsu vivieran eternamente su amor.
“Dado que las flores del cerezo caen tras una breve floración, se han convertido sin duda en el icono de la belleza efímera de la vida"
lunes, 7 de marzo de 2016
PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA
LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA EL CEREZO
Cuenta una leyenda que hace cientos de años, en el antiguo Japón, cuando los señores feudales se debatían en feroces batallas, existía una zona de hermosos campos lleno de cerezos. Y precisamente en uno de esos campos maravillosos existía un árbol que pese a tener vida, sus ramas no florecían. La tristeza era su única compañía, porque ni animal ni hierba se acercaba por miedo a morir también.
Una noche se le apareció un hada con bellas palabras que le ofreció su ayuda para que volviera a estar radiante y hermoso. Le ofreció practicarle un hechizo que duraría 20 años, en ese transcurso de tiempo debería emocionarse y sentir lo que siente el corazón de un humano.
Para ello podía convertirse en humano y en árbol indistintamente. En el caso de no conseguirlo, moriría sin remedio. Y es así como, tras el hechizo, el árbol impaciente se volvió paciente por dos décadas.
Casi cuando el plazo se iba a cumplir apareció una joven de quince años, pensó que esta dulce joven sería la salvación y que podría conquistar a quien le devolvería la primavera en forma de flor. Y fue así como Sakura, cuyo significado es Flor de cerezo, conoció a un hermoso joven llamado Yohiro (Esperanza), de largos cabellos dorados y ojos aguamarina. Conversaron por largo tiempo y descubrieron, bajo las ramas del cerezo, que compartían la afición por los libros.
Al oscurecer, Sakura invitó a Yohiro a cenar en su casa, y entre conversación y conversación se dieron cuenta que su amistad se iba solidificando. Cuando tuvieron que separarse el silencio los invadió.
Inesperadamente, esa misma noche, la madre de Sakura decidió cortar el cerezo seco y marchito. Yohiro sintió un miedo infinito al ver peligrar su esperanza de volver a ser árbol en flor. Sakura suplicó a su madre que soltara el hacha y le confió su secreto mejor guardado: El cerezo era su único amigo. Gracias a ese árbol ella había tenido las mejores tardes de lectura y conversaciones. Y fue precisamente bajo sus ramas rotas donde conoció el amor.
De repente, misteriosamente, comenzó a brillar el árbol y todos fueron testigos de cómo el feo cerezo su apariencia cambiaba; como sus ramas marchitas y decaídas se tornaban en vigorosas, floreciendo las flores que en otro tiempo no existían.
El hada, artífice del hechizo hacía dos décadas, dio a Yohiro la oportunidad de elegir entre la forma de humano o la de árbol. Y fue así como los dos jóvenes, abrazados, decidieron emprender otra aventura juntos. La hermosa aventura de amar.
Y desde ese día el cerezo siempre permaneció en flor como símbolo de amistad y del amor que se profesaban Sakura y Yohiro.
domingo, 6 de marzo de 2016
La Leyenda de Sirius - The Sea Prince and the Fire Child
Argumento: Los
Dioses una vez vivieron en la Tierra. Entre ellos Glaucus, Dios del Mar
y Themis, Diosa del Fuego, eran dos hermanos inseparables. Sin embargo,
Argon Dios del Viento, celoso de ellos difundió mentiras para
separarlos. Ahora los hijos e hijas del Agua y del Fuego deben
permanecer separados, pues son enemigos. Pero entonces, el príncipe
Sirius del Mar y la princesa Malta del fuego se enamoran. Su amor puede
que no sea suficiente para sobrepasar el odio de sus padres. Quizás sea
imposible permanecer juntos.
Información:
Año: 1981
Titulo Alterno: Sirius no Densetsu
Director: Masami Hata
Titulo Alterno: Sirius no Densetsu
Director: Masami Hata
Genero: Drama, Fantástico, Romance
Duración: 108 Min
Duración: 108 Min
Resolución: 720 x 480
Formato: Mkv
Peso: 2.71 gb
Audio: Japonés
Subtitulos: Español
Subtitulos: Español
Servidor: MEGA
Uploader: Temporuss
EL NOMBRE QUE UNE A DOS PERSONAS CAMINO A CASA
Gracias a nuestro amigo Antonio Martinez nos envia la continuacion de la historia que la disfuten y ARIGATO.
https://www.wattpad.com/227876703-el-nombre-que-une-a-dos-personas-camino-a-casa.
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