domingo, 30 de agosto de 2015

PENSAMIENTO DE P-CHAN DE LA SEMANA

NO SIRVE DE MUCHO LA RIQUEZA EN LOS BOLSILLOS, CUANDO HAY POBREZA EN EL CORAZÓN.
                                                                                  PAPA FRANCISCO.





LA LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA:EL ORIGEN DE LOS SHINIGAMIS O DIOSES DE LA MUERTE


Los shinigamis , son personificaciones de la muerte en la mitología japonesa, así pues en el budismo existe la Mara entidad espiritual que hace que los seres humanos tengan deseos de morir, por eso ocurren ciertos accidentes o suicidios logrando así decidir quien vive y quien muere, incluso se ha dicho que su alimento son las almas humanas.


La incógnita de este personaje es su naturaleza, pues no se sabe si es una criatura buena o mala aunque en algunas narraciones se le describe tomando decisiones crueles y horribles. Pertenece a la casta más baja de los dioses y su carácter en si a pesar que tienen que ver con la muerte se denota que poseen un pensamiento neutral en cuanto a la humanidad se refiere.




La dimensión a la que pertenece este personaje esta fuera del espacio y tiempo por eso estos elementos parecen no afectarlo es mas podrían custodiar la puerta de dos mundos en un plano que podría ser el etéreo .


También se le conoce como el dios de la muerte o kami de la muerte, algo que se asemeja a un concepto angelical pero con una triste misión, con la llegada de la cultura occidental, el concepto de Shinigami ha cambiado mostrando diferentes variaciones en las diferentes novelas y libros donde los nombran.


Después de la guerra en Japón  el pueblo con sus propias creencias según la región mostro costumbres diferentes para mostrar respeto a los Shinigamis, por ejemplo en Miyajima, tienen la costumbre de que si van a salir o atender a alguien a través de la noche, deben tomar té o comer arroz antes de dormir, porque si lo olvidan un Shinigami los visitara esa noche.


En otros lugares se dice que cada Shinigami tiene nombre y que cada uno de ellos tiene un lugar particular donde espera al humano que muere sea en montaña, ferrocarril, ríos, pues si cuando uno muere y no hay justo ahí un Shinigami que lo pueda llevar a cruzar al otro lado entonces queda como un espíritu o un Shiniban o regresado de la muerte.


Hasta se menciona que hay lugares donde los Shinigamis pueden poseer a un humano, esto por no llegar a visitar a la hora convenida la tumba de Higan o el bourei del fallecido, y esta posesión no lleva a nada bueno.
                                           

En occidente idea que todos tenemos de la muerte como una entidad que nos lleva al reposo eterno es la representación de un Shinigami oriental o dios de la muerte, aunque se dice que varían entre ellos, también que el destino de las personas y su muerte están en el Yogacarabhumi-sastra, un escrito en Yogacara, el cual fue escrito por un demonio, junto a este los diferentes dioses de la muerte sirven de guía para los recién llegados.


domingo, 23 de agosto de 2015

PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA

LAS COSAS GRANDES A MENUDO TIENEN COMIENZOS PEQUEÑOS. ANIMO SOLO HAY QUE DAR EL PRIMER PASO.


LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA: HANASAKA JIISAN EL ANCIANO QUE HACIA FLORECER LOS ARBOLES MUERTOS.





Hace mucho un viejo leñador que vivía en una pequeña aldea a la orilla de un gran bosque salió por la mañana a cortar unos árboles. Cuando estaba a medio camino observó un pequeño perro blanco que estaba tumbado a la vera del sendero. El animal estaba muy delgado y no tardaría mucho tiempo en morir de hambre y de frío. El leñador lo cogió en sus manos, lo puso tiernamente en el regazo , se volvió a casa y se lo mostró a su mujer.


—¡Pobre perrito! —exclamó ella enternecida—. ¿Quién ha podido ser tan cruel contigo?. El pequeño había sufrido malos tratos del detestable viejo que vivía en el campo de al lado, así que sintiendo lástima por él, el hombre decidió quedárselo ¡Y qué inteligente pareces ser con tus claros y brillantes ojos y tus orejas vivas y alertas! Nosotros te cuidaremos. Sé pusieron enseguida a curarlo y, con sus cariñosos cuidados, el perro sanó: sus ojos brillantes resplandecían, sus orejas se enderezaban al más mínimo ruido, su hocico estaba siempre moviéndose con curiosidad y su pelo se cubrió de tal blancura que la anciana pareja lo llamaba Shiro, que significa blanco. Y como los ancianos no tenían hijos, Shiro fue tan querido para ellos como un hijo y el animal los seguía adonde quiera que iban.


    
Un día, Shiro llevó a su amo hasta una montaña cercana, y cuando llegaron a la cima, ladró para indicar que cavara con su azada. El hombre así lo hizo, y cuál fue su sorpresa al descubrir que del suelo salían montones de monedas de oro, que parecían no terminarse nunca.

 Cuando el vecino se enteró, fue a verle y le pidió que le dejara a Shiro. Cogió al animal por el pescuezo y le obligó a indicarle dónde tenían que cavar él  para volverse ricostambién. Asustado, los llevó hasta la montaña, y allí les señaló un lugar en medio de llantos . El viejo avaricioso empezó a quitar la tierra, pero en vez de monedas sólo salieron bichos y serpientes, así que enfadado por el engaño del perro, lo mato allí mismo.



—Shiro, mi pobre Shiro, ¡qué cosa tan terrible te ha ocurrido! ¿Podrás perdonarme mi cruel error?

                                
Los ancianos amables se apenaron mucho por la muerte de su querido Shiro y decidieron hacerle un altar. Curiosamente, en el lugar donde enterraron al animal creció un pequeño brote, que al día siguiente se había convertido ya en un árbol enorme. El hombre recordó que a su amigo le gustaban los pastelillos de arroz, así que decidió hacer algunos para ofrendarlos a la tumba. Taló el árbol que había aparecido y con él hizo un mortero en el que preparar la pasta. Sin embargo, ocurrió algo extraordinario: cada vez que golpeaba el arroz con la maza, salían monedas de oro.


 De nuevo, el vecino avaricioso les arrebató el mortero para enriquecerse él también, pero al descubrir que de los mochis que él preparaba no salían tesoros, sino desperdicios, en otro arranque de ira quemó el mortero hasta dejarlo reducido a cenizas.




El anciano amable se quedó destrozado. Recogió las cenizas, las metió en una caja y se la llevó apenado hasta su casa. Decidió que usaría los restos para abonar el campo y cultivar unos rábanos que le gustaban mucho a Shiro, así que a la mañana siguiente, repartió las cenizas. El viento las llevó hasta un árbol muerto que había cerca, que de pronto se convirtió en un exuberante cerezo en flor.
                                     
El hombre, maravillado, echó el resto de cenizas junto a otros árboles marchitos de la zona, que se convirtieron también en hermosos cerezos. La historia de este milagro llegó pronto a la ciudad y a oídos del propio señor de la comarca, que exigió verle para comprobar el milagro. El anciano le mostró cómo rejuvenecía los árboles de la ciudad, dejando perplejo al noble señor. Muy contento, decidió recompensarle por su habilidad y por haber dejado tan bonitas las calles. En ese momento apareció el odioso vecino, quien portando los restos que aún quedaban en el brasero, se dispuso a hacer lo mismo. Sin embargo, al lanzar las cenizas no cayeron junto a los árboles, sino que volaron hasta los ojos del señor feudal, quien muy irritado ordenó encerrarlo en prisión.

domingo, 16 de agosto de 2015

PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA

Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta, si no en saber enmendarse. San Juan Bosco.

LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA: KASAJIZO EL SEÑOR DEL SACO DE ARROZ


                                                     

Se dice que hace mucho tiempo, en las afueras de una pequeña aldea, vivían un hombre anciano y su esposa. Un día, cuando ya se acercaba el año nuevo, la mujer miró el saco de arroz que guardaban y se dio cuenta de que ya casi no quedaba comida. La nieve era tanta que cubría todos los cultivos de la hierba que usaban para fabricar sombreros, así que tuvieron que echar mano del poco material que les quedaba y hacer los que pudieran. Quizás no lograrían elaborar muchos, pero necesitaban cuantos fuera para poder venderlos en el pueblo y así conseguir dinero para el arroz.

Al terminar la labor, el anciano se despidió de su esposa y partió hacia la aldea. Por el camino se encontró con una hilera de estatuas de Jizo, el buda protector de los niños, que tenían las cabezas cubiertas por la gruesa nieve. Sintiendo lástima por ellas, el hombre dedicó unos minutos a limpiarlas para estuvieran en condiciones.

                                       
 Al llegar a la aldea, comprobó que las calles estaban abarrotadas por las festividades del Año Nuevo, pues todos estaban haciendo los últimos preparativos. El viejo señor pensó que tendría suerte con las ventas, y eligió una calle para ofrecer su mercancía. Gritó y gritó, pero finalmente, no hubo nadie que le comprara ni un solo sombrero.



Poco a poco, las calles se fueron vaciando y cayó la noche. Derrotado, el sombrero decidió volver a casa, triste por tener que darle la mala noticia a su mujer. De nuevo, reparó en la presencia de las estatuas y se lamentó por no tener nada que ofrecerles en un día tan festivo. Al acercarse, vio que volvían a estar cubiertas de nieve, así que limpió de nuevo las cabezas y se disculpó por no poder realizarles una ofrenda


En ese momento, pensó que en su lugar les dejaría los sombreros para que no se ensuciaran más. El anciano fue colocando los sombreros uno a uno muy contento por la idea, pero pronto se dio cuenta de que sólo tenía cinco y las estatuas eran seis. Meditó un poco y decidió que dejaría su pañuelo a la sexta estatua, para que no fuera la única que se cubriera por la nieve.                          
                                                    

Al llegar a casa, su esposa se emocionó mucho al ver que no llevaba nada, pero el afligido marido tuvo que disculparse por su falta de éxito. Le explicó toda la historia y cómo le había dejado los sombreros a los budas, a lo que ella respondió con una sonrisa pensando que había sido un gesto muy considerado. La señora se levantó para hacer la cena con unos pocos encurtidos y dar así la bienvenida al nuevo año, cuando de pronto alguien llamó a la puerta anunciando una entrega.
                              


 Sorprendidos, abrieron la puerta y no encontraron al mensajero, sino una gran cantidad de hortalizas, dulces y varios sacos de arroz. Una nota acompañaba a los manjares: “Estimado señor, muchas gracias por los sombreros. Le dejamos estos regalos por su amabilidad. ¡Tengan ustedes un buen año nuevo!”. La anciana pareja rio feliz por la comida recibida, y aún rieron más al ver que a lo lejos se divisaban las sombras de cinco figuras con sombrero y otra con un pañuelo en la cabeza, que se dirigían al camino donde probablemente residían.

domingo, 9 de agosto de 2015

PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA

UN PÁJARO POSADO EN UN ÁRBOL NUNCA TIENEN MIEDO A QUE LA RAMA SE ROMPA. POR QUE SU CONFIANZA NO ESTA EN LA RAMA. SINO EN SUS PROPIAS ALAS.

LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA: KARAKASA EL PARAGUAS DE UN OJO.


Aunque por lo general no está bien recoger las cosas del suelo, un día de lluvia sin paraguas sería muy tentador encontrar uno en la calle ¿verdad? Pues si al abrirlo te encuentras con un ojo no digas que no se te advirtió, el paraguas se cerrará para engullirte y no volverás a salir de él… al menos no entero. Puedes reconocerlo porque en vez de mango, tiene un pie. Este fantasma pertenece el tipo conocido como Tsukumogami.

  
En la mitología japonesa, los Karakasakozou ( "Monstruo paraguas") son paraguas viejos que al cumplir 100 años se convierten en Yōkai. Son por tanto un tipo de Tsukumogami. También se les llama Karakasaobake , Kasaobake , Kasabake o simplemente Karakasa .


Un paraguas transformado que generalmente salta con una pierna. Del paraguas crecen dos brazos y también tiene 1 ojo. También puede tener una larga lengua. Además, en las obras de Kanō Enshin "Rollo de dibujo de los Yōkai" y "El desfile de los cien monstruos", también hay un ejemplo dibujado con dos piernas.


Antiguamente, en "El desfile de los cien monstruos" perteneciente a la era Moromachi (1333-1573), aparecía un Yōkai con forma de paraguas, pero los Yōkais paraguas dibujados en el rollo aparecían plegados y eran Yōkais con cara de forma humana. Por tanto varían un poco en forma con respecto a Karakasakozou. Más tarde, el Karakasakozou con un sólo ojo y una sola pierna apareció en la era Edo (1603-1868). A partir de la era Edo y en las Cartas de monstruos creadas durante la era Taisho (30/07/1912 - 25/12/1926), aparece mucho la figura del Karakasakozou con una pierna. En la era Ansei (27/11/1854 - 18/03/1860) en el Sogoroku (juego de mesa) "Historia de cien monstruos y cosas encantadas" está dibujado un Karakasakozou con una sola pierna. De entre los muchos objetos inanimados que aparecen en el rollo de "El desfile de los cien monstruos" y que son bien conocidos desde la era Edo, hay que hacer especial mención al Yōkai paraguas, ya que es el Yōkai con forma de objeto casero más conocido.


domingo, 2 de agosto de 2015

PENSAMIENTO DE P-CHAN PARA LA SEMANA

LA DIRECCIÓN ES MAS IMPORTANTE QUE LA VELOCIDAD. HAY MUCHOS QUE VAN RÁPIDO A NINGÚN LADO.




LA LEYENDA JAPONESA DE LA SEMANA: NEKOMATA


                                             


El nekomata es una criatura mitológica japonesa que se cree que evoluciona de los gatos domésticos. Se creía que cuando un gato llegaba a una cierta cantidad de años de vida, su rabo empezaría a dividirse lentamente en dos, a la vez que desarrollaría poderes mágicos, principalmente aquellos relacionados con la nigromancia y chamanismo. Gesticulando con sus rabos o con sus patas delanteras (ya que caminaría erguido), los nekomata animarían y controlarían a los muertos. Los nekomatas, en entornos salvajes, se alimentarían de carroña proveniente de cuerpos muertos. No todos los gatos se convierten en nekomatas, sino que deben producirse ciertas situaciones, generalmente relacionadas con la alimentación del gato, como beber sangre humana, alimentarse de un cadáver humano o de una serpiente.




Aunque el comportamiento de los nekomatas se suele comparar al de los gatos comunes, solían tener contínuas trifulcas, especialmente los gatos viejos y maltratados que eran normalmente más poderosos que el nekomata medio. Para vengarse, esos nekomatas controlaban a los familiares muertos de los maltratadores, persiguiéndolos hasta que fueran compensados con comida, disculpas y atención.



Por último, algunas historias del folklore japonés afirmaban que el nekomata podía alternar entre su forma original y otra apariencia humana. Aun así, al contrario que la más común nekomusume (mujer-gata), los nekomata hembra aparentaban ser más viejas, mostrar malos hábitos en público y tener siempre un halo de terror alrededor de ellas, que si estaba en contacto con la gente durante un largo período podría causar enfermedad y peste.





Las primeras referencias a la figura de los nekomata se remontan al período Kamakura (1192-1333) donde con ese nombre se denomina a un gato demoníaco que devora a los humanos y adopta su fisonomía. Los tres cuentos de este tipo de gato por excelencia son el gato de Okazaki, el gato de Arima y el gato de Nabeshima.
                                               

No todos los nekomata son malvados; en algunas historias son leales y amables con sus propietarios. Una de ellas es la historia de Tama, un nekomata cuyo propietario era un sacerdote muy pobre que vivía en un ruinoso templo en Setagaya, al oeste de Tokio. El sacerdote le dijo a Tama: Te he cuidado a pesar de mi pobreza, ¿no podrías hacer algo por este templo?. Un día Naotaka, el señor del distrito de Hikone, se puso debajo de un árbol debajo del templo para evitar mojarse con la lluvia. Naotaka se dio cuenta de que había un gato que maullaba delante de la puerta del templo, llamándole. Mientras se dirigía hacia él, un rayo cayó sobre el árbol. Después del incidente, Naotaka se hizo amigo del sacerdote del templo, lo convirtió en el templo de su familia y donó grandes cantidades de dinero para repararlo. Cuando el gato Tama murió, el sacerdote le construyó una tumba, y finalmente sobre él se construyó un santuario sobre ella.